The Lost King, de Stephen Frears

Obsesión

He visto que se mantiene en cartel en la semana que empieza, y he decidido escribir unas líneas comentando la película. A veces me sucede que, si no me ha gustado, o ya ha salido de la cartelera, la dejo huérfana, con lo que pasa al pozo de lo que seguro olvidaré. Se trata de una cinta de un director del que he visto bastantes títulos, Stephen Frears. De hecho, Mi hermosa lavandería (1985) es de las pelis que no he podido olvidar. Por no hablar de Las amistades peligrosas (1988), que me mostró, gracias a la Close, de qué manera puede un ser humano desmaquillarse a la vez que se desnuda íntimamente. Y eso fue gracias también a la dirección del británico. Más recientemente, Philomena me cautivó gracias a la Dentch. Y me partí de risa con la genialidad de la Streep en Florence Foster Jenkins. No sé si adelantar que es posible que estemos ante una película "menor", pero que me ha resultado conmovedora en su sencillez. The Lost King ("El rey perdido", para los de francés), ambientada en el Leicester natal del director, tal vez como forma de homenaje.   


Una mujer  de mediana edad, Phillippa Langley (nombre real), separada, y con dos hijos a su cargo, siente que en su trabajo no se la valora como se merece. Y al llevar a su hijo al teatro a ver Ricardo III descubre, a través de la fuerza de la palabra del Bardo, la figura del denostado rey, cuyos restos no se encontraron nunca. Y se convierte en el objetivo de su vida lograr dar con los huesos de aquel que gritó "Mi reino por un caballo". Frears y Coogan, su coguionista, han partido de unos hechos reales (en 2012 se resolvió la incógnita), para levantar un historia, aparentemente menor, con toques de sutil comedia y su punto de fantasía, casi de cuento de hadas. Y digo menor, porque el director no sería quien es si no sembrara sus toques de crítica hacia las instituciones, municipales y universitarias. A la vez, el retrato psicológico de esta pobre mujer es memorable por conmovedor. El contrapunto es la figura del exmarido, de una bonhomía poco común, atento a sus hijos y capaz de acompañar en su aventura a su antigua pareja.


Sally Hawkins (la Wiki me ha tenido que recordar que era la hermana pobre de la glamurosa Blanchet en Blue Jasmine, 2013), mujer sin un atractivo especial, es quien encarna a este aparentemente poco carismático personaje. Su búsqueda, inicialmente  sin demasiado sentido, su persistencia, su modo de enfrentar las adversidades, su lucha, la van haciendo cada vez más grande. Incluso sus charlas fantásticas e inteligentes con el fantasma del rey (Harry Lloyd), plagadas de silencios, resultan creíbles. La complicidad y la química con su exmarido, interpretado por Coogan, sí el guionista que también coprotagonizó Philomena, hace que ambos ganen enteros. Y así tenemos delante una cinta lejos de los dramas habituales, sin truculencias, pero con sabor de autenticidad. Creo que merece la pena acercarse  a verla aprovechando la fiesta del cine.

José Manuel Mora.  





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