Vuelta a Roma

Desde el Gianicolo al Trastevere

Volver hacia Garibaldi, a la estación central, es hacerlo ya por territorio conocido. Qué diferencia con el despiste de nuestra llegada. Esperamos poco en el andén. Y el viaje se pasa en un suspiro. Cogemos al llegar la línea H, que nos lleva hasta Via Dandolo, donde está el nuevo B&B. Según el navegador debemos subir unas escaleras que, cargados con maletas como vamas, nos disuaden. No en balde estamos subiendo al Gianicolo, una de las colinas donde se asienta la ciudad. Para evitarlas, nos toca dar una buena vuelta.


Para acabarlo de arreglar, Il Boom, nuestro segundo alojamiento romano, está en la tercera planta de un caserón sin ascensor. El propietario baja a ayudarnos. Al entrar, vemos que la luz inunda el despacho. El salón es una mezcla de excentricidad y elegancia en mobiliario y decoración. La colazzione se ofrece en la planta de la terraza, con unas vistas de la ciudad espectaculares. Mañana veremos qué tal.













La habitación es espaciosa y cómoda. Salvatore, el gerente/propietario, nos da buena y abundante información y nos sugiere que bajemos a comer al PePPO, cerca de la plaza de San Cosimato. Es un local nada turístico, con camarero filipino de perfecto italiano. Los movimientos migratorios van en todas direcciones. La Meloni no creo que esté muy contenta. El fuego del horno no parece descansar nunca. Los buñuelos de bacalao son excelentes y la pizza con anchoas, riquísima.



 





No volvemos a casa. La plaza de Santa Maria in Trastevere parece otra bajo la llovizna, con los adoquines negros, brillantes, completamente vacía, tan distinta de nuestro primer día tan soleado. Queremos ver el tempietto de Bramante (s. XVI), que se encuentra relativamente cerca, en San Pietro in Montorio. Está cerrado a esta hora. Me conformo con una foto desde la cancela. Los fustes de granito fueron reutilizados  de un templo antiguo. Es de una armonía perfecta. Lo mismo sucede con la vecina Real Academia de España, instalada en el convento y que alberga una exposición en torno a Sorolla. Nos conformamos pensando que, del valenciano, hemos visto mucho. 

Y vamos bajando, pasamos junto a un mausoleo de corte fascista en estética y contenido, en medio de un jardincillo. Y nos llama la atención una fachada humilde, de ladrillo visto, pero que tiene un aire manierista, confirmado al leer la cartela: Convento e chiesa di Santa Maria dei Sette Dolori (1642). El proyecto lo firmó Borromini. Ahora se utiliza como hotel. La capilla no la podemos visitar, pero nos sentamos a tomar un café junto al claustro acristalado. En el patio, un humilde jardín. El silencio y la calma nos sirven para descansar un poco.



















Se anuncia una terraza, y amablemente nos permiten subir. Bajo un cielo algo amenazante las torres y cúpulas de la ciudad pespuntean el horizonte. Resulta curioso ver las terrazas de los edificios más bajos.  Y Roma a nuestros pies.


Queremos visitar la Chiesa di Santa Cecilia, donde no pudimos entrar en nuestro primer paseo al estar cerrando. Atravesamos el jardín y penetramos en la amplia nave central. Al fondo hay un baldaquino gótico y tras él unos mosaicos de tipo románico del s. IX. Pero lo que nos llama poderosamente la atención es que, bajo el altar hay una escultura en mármol blanquísimo, protobarroca, que representa el cuerpo muerto y decapitado de la santa. También aquí las ropas, casi transparentes, se pliegan a la anatomía de la yacente. 








A la salida ya es casi de noche. Las calles se han ido animando y el barrio luce espectacular. Los turistas han tomado posiciones y todo brilla. No sé qué será esto en verano, con el alargarse de las noches. Procuramos alejarnos del turisteo. 

Buscamos la Pizzeria ai Marmori, de la que nos han hablado bien por su autenticidad. Todo aquí se hace a la vista y hay mucho italiano, pero también chinos y estadounidenses. Nada de alta cocina. Pizzas, claro, y alcachofas enormes, acompañadas de un enorme plato de queso, champiñones y jamón, con unas buenas Peroni, que tanto nos recuerdan a nuestro amigo Lorenzo, allá lejos, en la Emilia- Romagna. 




Volvemos hacia "casa" por el Viale Trastevere. Tenemos como referencia el Ministero dell'Istruzione, el enorme edificio neorrenacentista. Cuando lo avistamos, sabemos que andamos cerca. Llueve levemente. Nos cruzamos con un tipo que parece salido de una novela de Conan Doyle. Curiosidades romanas. 


Mañana será un día intenso. Vamos de retiro. Frente a las escaleras que nos asustaron a la llegada, decidimos subir los seis tramos hasta la puerta del B&B. Quedan tres jornadas romanas.

José Manuel Mora. 



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