Una vida no tan simple, de Félix Viscarret

La crisis de los 40

Soy un desastre. No me suelo quedar con los nombres. Y mira que el director de la peli que paso a comentar, me sonaba. Félix Viscarret, que con este apellido me parecía catalán, es pamplonica y ha estudiado en Madrid y en los USA. La Wiki me chiva que su nombre me resultaba conocido de la serie Patria, que tanto me gustó, aunque no vi No mires a los ojos. Ahora ha escrito él mismo el guión de Una vida no tan simple, auténtico retrato generacional, según confiesa, con toques de experiencias personales. El cartel promocional es muy ilustrativo. Luego diré por qué. 

Se habla con frecuencia de la crisis de los 40. Yo no la viví, porque justo entonces mi vida se vino a completar felizmente. Pero según se dice, parece que  en esos años se experimenta que la existencia tiene sus límites y que no somos inmortales, como pensábamos a los veinte. La peli se ambienta en el mundo de la arquitectura, enormemente competitivo y de grandes egos. El protagonista casi  absoluto, Isaías (Miquel Esperabé), triunfó siendo muy joven, lo que lo embarcó en una fábula de éxito profesional, y ahora no le salen proyectos en el estudio que comparte con Nico, su amigo y socio de siempre (Álex García). A eso se le añade la crianza de dos criaturas, y que su vida sexual con su mujer (Olaya Caldera) se ha ralentizado, mientras que en el horizonte del parque infantil surge Sonia (Ana Polvorosa) quien, con todas sus paranoias, puede ser la renovación y la cómplice. Todos los ingredientes para un cóctel perfecto.

Resulta curioso que uno de los elementos que desestabiliza a Isaías, sea el tenerse que ocupar de las tareas de la casa y del cuidado de los críos, lo que le quita tiempo y concentración para dedicarse a su profesión, algo que sucede constantemente en la vida de las mujeres, sin que eso les provoque una crisis como la que aquí vemos. Se le ha dado la vuelta al calcetín, con un tono de comedia por momentos dramática. El personaje se ve obligado a ser lo que tiene que ser, resignado y derrotado. Como tantos a esa edad, nel mezzo del cammin di nostra vita. Con todo, la peli no sería lo que es sin unos diálogos cuidados al máximo, que retratan a los personajes. Junto con esa formalidad clásica de la historia, hay toques oníricos, como las imágenes de las patinadoras por un Bilbao nocturno y deshabitado, o como los intentos de Isaías por poner la mente en blanco, que me provocaron la carcajada. 


La verosimilitud que Esperabé transmite en planos cortos, hace que sintamos al personaje más cercano, entrañable, con toda su fragilidad a cuestas. Da la impresión de no costarle encarnar al personaje, como si fuera él mismo. Ya me gustó en Smileytanto que hizo que me quedara con su cara. Ahora ya no se me despinta. Los mano a mano que tiene con los otros tres personajes son antológicos. Un descubrimiento ha sido la naturalidad y la calidez de Olaya Caldera, así como la comicidad de la histérica del parque, Ana Polvorosa, o la postadolescencia anclada al tinder de Álex García, a quien no recordaba haberlo visto en Kiki, el amor se hace. Siempre es un plus contar con la presencia, aunque sea en un papel secundario del veterano Ramón Barea, de vuelta de todo. Queda pues la peli como un retrato generacional de esos viejóvenes, que se siguen sintiendo capaces de cualquier cosa, pero que ven como sus sueños se estrellan contra la realidad y que han de acabar siendo honestos con los demás y con ellos mismos. Un único reparo: el edulcorado final, que me ha acabado dando igual. Muy agradable de ver, pues.

José Manuel Mora.

P. S. La mantienen en los Aana de Alicante toda la semana que viene.





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