El encargado, de Mariano Cohn y Gastón Duprat

Sociología porteña (high class)

Tengo la impresión de que el fenómeno de la seriefilia está bajando de volumen. No sé si se debe al exceso de oferta, con una sobreabundancia de plataformas y títulos, o que cada quien se entretiene como puede y ya no existe esa necesidad de compartir, de sugerir, de comentar lo que se está viendo a la vez. Es cierto que todavía hay títulos que son lanzados por tierra mar y aire y resulta difícil sustraerse. Otros, más humildes, pueden pasar desapercibidos. Si no hubiera sido por mi amigo J. Antonio, éste hubiera sido el caso de El encargado, una serie argentina de 2022, corta, de tan sólo once episodios de media hora cada uno, perfecta para dos tardes de finde. Se puede ver en Disney+. Sus creadores son  Mariano Cohn y Gastón Duprat, directores y productores argentinos que suelen trabajar en comandita y que, entre otras, dirigieron dos pelis que me encantaron, El hombre de al lado (2008) y El ciudadano ilustre (2016), ambas con la misma mala leche que la serie que voy a comentar.


El encargado, modo argentino de llamar al portero o conserje de un edificio, es Eliseo (Guillermo Francella), un hombre que lleva trabajando y viviendo en el ático de la finca desde hace treinta años, y que es capaz de solucionar cualquier problema que se le presente. Como suele suceder entre los de su profesión, conoce a todos los inquilinos, más de lo que ellos suponen; son diecisiete los departamentos. Vigila y se entromete en la vida de los vecinos. Servicial en apariencia, se revuelve en silencio cuando se entera de que en el edificio brutalista de gente acomodada bonaerense en el barrio de Belgrano, se proyecta una pileta en la azotea, lo que supondrá el derribo de su chamizo y su despido. Lógicamente establece un plan para intentar impedirlo. Bajo su exquisito trato, habita un hombre oscuro, muy astuto, al que ni siquiera los espectadores parece que podamos llegar a conocer, mucho menos los habitantes de la casa, que lo ven como alguien a su servicio, sin más. Claro ejemplo de "los de arriba" y "el de abajo".


El tono es de comedia negra, de humor aceradísimo, pero dada la estructura de la trama, acaba siendo un retrato sociológico de la clase pudiente de la capital. No hay villas miserias a la vista, aunque sí algún homeless. El guión no permite al espectador descansar, porque cada episodio plantea un problema al encargado, a la vez que se propone conquistar al inquilino correspondiente para su causa. Y la tensión va en aumento, a la vez que las situaciones desopilantes se multiplican. Vamos conociendo a los vecinos y también al portero, quien no acaba de parecernos trigo limpio. Y me resulta evidente que la serie no alcanzaría la tensión y el humor que logra de no ser por su protagonista, Francella, a quien no recordaba haber visto en El secreto de sus ojos, que tanto me gustó. Estoy seguro de que ya no se me despinta. El actor es una institución en el cine argentino y la fuerza expresiva de su rostro en los primeros planos, de sus miradas cargadas de amenaza, de sus expresiones de ternura, de sus bromas que acaban en risotadas, de los cambios de su cara en unos instantes, es arrolladora, al igual que su composición corporal. Naturalmente, para explotar todos estos recursos, el actor ha de tener un digno oponente, el Dr. Zambrano, un imponente Gabriel Goity, un hijo de las mil putas, como dicen por allá, sin escrúpulos, insolidario, manipulador, y que no se fía del conserje, aunque éste se le escapa siempre como agua entre los dedos. Es un plato el uso de los tratamientos de cortesía, abogado, doctor, licenciado... tan argentinos ellos.

Doña Beba, Pochi Ducasse, la viejita que vive sola, convertida en su aliada, es un encanto en su frágil soledad, su sentido del humor, su solidaridad. Las escenas entre ambos son deliciosas. No cito más porque son muchos los componentes del elenco, todos para mí desconocidos y por tanto más creíbles en sus papeles de gente bien... cabrona. Aunque Eliseo no se queda atrás en su afán manipulador, frío, capaz de sacar provecho de cada situación y conseguir unos lucas extorsionando a quien haga falta. Hay en él un resentimiento de clase. "Con Eliseo no se jode", dice el actor a cámara.

Por lo visto en las dos cintas citadas al principio, los creadores parecen haberse especializado en desnudar a esa clase pudiente y despiadada y a quienes sufren sus atropellos. El retrato de todos ellos es inmisericorde y no deja de provocar la sonrisa ante los desfases de las situaciones. Incluso el homeless es capaz de intentar sacar tajada. Como dice unos de los personajes :"¡Qué país de mierda tenemos!". Y peor podría ser si Milei llega a la presidencia, tras los destrozos de los Kirchner y tutti quanti, antes de ellos. El peronismo, los milicos, los trapisondistas que evaden sus fortunas a Miami, todos parecen estar en el foco de los directores. ¡Qué pena de este hermoso país! No sé si me atrevería a volver a visitarlo. La serie es muy recomendable.

José Manuel Mora.

P.S. Y sí, lo peor sucedió. Votaron al loco de Milei. ¡P'al carajo!....



P. S. II 
Veo seis meses después la segunda temporada de tan sólo siete capítulos de media hora. Si en la primera el problema para el encargado era la pileta en la terraza que lo dejaría sin casa y sin trabajo, ahora es una nueva inquilina que viene con ganas de controlarlo todo, para lo que necesita deshacerse de Eliseo. Y una vez más el guión es una muestra perfecta de coherencia con los personajes y de manejo de la tensión, en un crescendo imparable, que sólo se resolverá en el último capítulo, como mandan los cánones. El humor, desaforado hasta la crueldad a veces, es la herramienta fundamental para la crítica y para mantener cerca al protagonista. Éste acabará rompiendo la cuarta pared, dirigiéndose a los espectadores en una última pirueta del actor y los directores y guionistas. Quienes la pasaron bien en la primera temporada, no se sentirán defraudados en esta segunda. Impagable, Francella. Pobres argentinos que votaron al tal Milei, como ya ha empezado a poner de manifiesto. Vale.


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