De senectute política, de Pedro Olalla

Para ancianitos, y no sólo

Hubo un tiempo en que era yo quien recomendaba lecturas a mi alumnado. Ahora se han cambiado las tornas y, como mantengo relación con algunos de ellos, les toca proponerme títulos que muchas veces se me habían escapado del radar. Éste es el caso de Fermín quien, sabedor de mi provecta edad, me sugiere con insistencia un libro que debiera interesarme, sí, o sí. Se trata de casi un opúsculo firmado por Olalla, Pedro. De senectute politica: Carta sin respuesta a Cicerón. Barcelona: Ed. Acantilado, 2018. Apenas 87 págs., seguidas de unas notas para especialistas, ya que las referencias son precisas y exquisitas. 


Olalla (Oviedo, 1966), ejerce de profesor, traductor, cineasta, y ha escrito más de una veintena de libros, de los que no había oído hablar con anterioridad. Es un helenista de pro, lo que pone de manifiesto con todas sus ajustadas citas finales tan bien referenciadas. Tal vez me tendría que animar a leer uno de sus títulos, que me ha resultado sugerente, por si vuelvo a la Hélade, Átlas mitológico de Grecia, donde él ha decidido vivir desde hace treinta años. Además de localizar su serie documental Los lugares del mito para poder disfrutar de ella. A sus 57 años, da la impresión de que sus reflexiones pretenden ir dirigidas a un público más amplio que el de la senectud del título, y que considera que la cultura griega está en la base de nuestros valores como sociedad, basados en su actitud humanista y en su concepto de la política para ir contra el principio de autoridad.  


Su carta sin respuesta a Cicerón, el político, filósofo y escritor romano, considerado anciano a sus 63 años, no deja de ser un recurso literario en el que apoyar su reflexión sobre esa etapa de la vida, que no consiste en un planto ante la decrepitud que llega, sino en un ahondar en múltiples aspectos de ese momento vital al que todos desearíamos llegar en buenas condiciones. El orador romano había escrito su tratado De senectute, traducido al español libremente como El arte de envejecer, que es para el autor un libro de ética. Y lanza Olalla una primera máxima al principio del libro, que indica por dónde va a transcurrir su pensamiento: "No basta para una buena vida ser  un buen autor  de la biografía propia, sino también ser coautor, y bueno, de la biografía colectiva" (pág. 13) puesto que, siguiendo a Cicerón, "las dificultades de la vejez no provienen tanto de la edad como del carácter y de la actitud vital de las personas, que envejecer es, en un alto grado, un empeño ético" (pág. 13). A lo que se añade una cita de Galeno: "No es viejo quien tiene muchos años, sino quien tiene mermadas sus facultades [...], ésas que precisamos para ser autónomos y plenos [...] y que nos hace pasar a vernos dependientes de otros, incapaces de valernos" (págs. 17 y 18). Y es entonces cuando uno intuye que la lectura va a ser interesante y provechosa.


Y uno podría intuir que el librito va a tratar de la decadencia incapacitante de los últimos años. Sin embargo el escritor parece que no está dispuesto a la resignación, y propone vías para combatir la desesperación y la angustia últimas. Y vuelve a Galeno para afirmar desde él que "esa degradación penosa y desvalida de uno mismo [...] no es un funesto don que llegue con la edad de forma inexorable, sino un proceso personal [...] que depende en gran medida de nosotros, como individuos y como sociedad"  (pág. 34). Y ahí es donde entra "el papel de la ética en la vivencia cabal del envejecimiento [...], ya que envejecer no está reñido con la virtud política [...], entendida como arte de conciliar la voluntad de todos para combatir el egoísmo" (págs. 36 y 37). Para Olalla, la civilización no consiste en aceptar la ley del más fuerte, sino en ponerle límites para que pueda darse la justicia, porque "un sistema no puede ser llamado democracia si no aspira a una justa distribución de la riqueza" (pág. 40). Poco a poco el libro se va revelando como un tratado político, latu sensu. Establece una cadena de elementos a la que él propone darle la vuelta. Se parte, entre nosotros, del dinero, base de la economía, que es la que controla la política, con la que se gestiona la sociedad y la Naturaleza. Él propone que se parta de la Naturaleza, que es preciso preservar, para organizar una sociedad desde la que se establezca la política que gobierne la economía gestionando correctamente el dinero y no de forma abusiva, como sucede ahora. 


La democracia clásica se ha desvirtuado. "Las decisiones trascendentes se toman cada vez más lejos de nosotros" (pág. 47) y por lo tanto lejos de nuestros intereses. No es posible que "ocho potentados acumulen mayor fortuna que media humanidad junta" (pág. 40), que "nuestra soberanía y libertad se hallen depositadas en manos ajenas" (pág. 50). Para rejuvenecerla "necesitamos ciudadanos"(pág. 50), para los que lo importante sea "hacer lo que nos hace buenos, y no la edad en que lo hacemos" (pág. 53). Porque se pueden hacer grandes cosas a cualquier edad. "No se debe rechazar a los viejos sino a los incapaces" (pág. 62), véase Trump. Y recurre en esta ocasión a Catón, quien afirma que "el secreto de una buena vejez es seguir cultivando lo que nos hace buenos" (pág. 63, la cursiva es mía). Porque subraya que "la inacción es lo que acaba con las facultades mentales y físicas [...]. Hay que seguir aprendiendo, seguir teniendo trato con los otros, sentirse útil [...], no abandonar el ejercicio físico" (pág. 70). Además de que considere que "la clave es la participación  activa [...] de forma individual y colectiva [...] y no puede haber participación si hay exclusión" (pág. 71). Son muchos los temas que va tocando, desde la renta mínima, básica para que todos puedan vivir dignamente, al papel de la mujer en la sociedad, llegando por fin al hecho de la muerte, y exigiendo "el derecho a abandonar la vida" (pág. 86). Y, llegados a este punto, encontramos el corolario: Nada puede hacer el hombre en este mundo, más grato a la divinidad, que vivir en justicia con otros" (pág. 89). Me quedo entonces con la frase que cierra el libro: "crecer haciéndome mejor" (pág. 89). Buen lema para esta última etapa de la vida. 


Sé que en esta ocasión he abusado de las citas, pero como no me da tiempo a releer, con lo tasado que voy teniéndolo, quería dejar algunas de las frases que más me han llegado, para volver a repasarlas caso de que se me olviden. Me es más fácil revisar una de estas entrada, que volver a un libro completo. Ese proyecto final es el que trato de conseguir mientras me queden fuerzas, caminando, leyendo, cantando, escribiendo, compartiendo la vida con la persona a la que quiero y con aquellos que me rodean y quieren compartirla conmigo. Espero seguir teniendo fuerzas mientras pueda para seguir ejercitándome en ese intento de "hacerme bueno". Gracias, Fermín.

José Manuel Mora. 



Comentarios

Consuelo Merino ha dicho que…
Gracias José Manuel. Es el libro que estaba necesitando en estos momentos.!!!
Consuelo Merino ha dicho que…
Como un catón...