Hanle, de Roberto Hoyo

Trap

Al ver al grupo de jóvenes agolpados a las puertas de la Sala Arniches, pensé en una quedada festiva. Pero no, esperaban a entrar en el teatro, lo que no dejó de sorprenderme. En el programa de mano se decía que ya los cómicos habían triunfado con su Lázaro, que no vi. En este caso se hablaba de una versión libre de Shakespeare. Hanle es el extraño título elegido por quien firma la dramaturgia y la dirección, Roberto Hoyo (València, 1996). Este jovenzuelo creó la compañía Leamok junto con Sofía Zaragoza en Aldaia (València), en 2019. Y ya fue premiado su primer montaje por la SGAE. De todo esto, naturalmente, no sabía nada. 


Actor, director, dramaturgo, hiphopero y rapero, pero con una formación académica de escuela superior valenciana, lisboeta y parisina; ahí es nada. También está influido por la cultura japonesa del anime, signifique lo que signifique esa palabra, que diría Millás. El oponente es L. Carlos Gómez, de quien no he sido capaz de obtener información. Y con todo ello, empiezo a entender mejor, a posteriori, la propuesta que vimos ayer y que tan descolocado me dejó desde la primera escena, aquella en la que Hoyo rapea con estilo una letra que retrata con dureza a los millenial o a la Generación Z, que me quedan tan lejos, en preocupaciones, en su modo de ver y entender el mundo, en su lenguaje y en su estética. Y, para establecer complicidad desde el escenario con la platea, se marca la ironía de considerar a los espectadores unos frikis por estar un viernes a media tarde encerrados en un teatro, además de confesar que ellos están allí por dinero y quejarse de no tener  representación en el mundillo de las "artes escénicas". Toda una declaración de intenciones.


Una escena casi desnuda. Un panel practicable de fondo que servirá también como pantalla de proyección, una pequeña mesa de trabajo con ordenador y una silla de ruedas. Y dos jóvenes hermanos: Claudi parece haber tenido un accidente de moto y ha quedado atado a la silla; el otro, Ángel ("Anhel", anagrama de  Hanle) trabaja jornadas interminables en una hamburguesería. No han tenido suerte en la vida. Quieren vengarse de la empresa que provocó la muerte de su padre. Sólo se tienen a ellos mismos. Mientras que el segundo representa un único papel, Hoyo es capaz de encarnar a tres con sólo cambiar la prosodia de su parlamento al rapear, o su actitud corporal de tullido, o incorporando unas gafas, que lo convierten de inmediato en un youtuber de los que proponen lecciones de autoayuda. Sólo pueden confiar en ellos mismos para conseguir lo que quieren en medio de tanta desesperación. Estos son los pocos mimbres con los que cuenta el espectáculo. Pero hay que ver lo que dieron de sí.


Con ser la trama interesante por lo que tiene de retrato sociológico, lo que me pareció fuera de lo habitual fue la puesta en escena. La iluminación alternante, la música, el uso de la silla de ruedas como un elemento dramático más, consiguen un ritmo que golpea al espectador por el ímpetu que ponen los dos actores en su confrontación. La preparación física de Hoyo me sorprendió por su intensidad, por su capacidad para casi volar por los aires y caer sin romperse nada. Ambos manejan elementos de las artes marciales niponas, como el aikido. El trap, como cultura urbana que expresa sin pelos en la lengua un sentimiento de queja por la situación de la juventud, es usado sabiamente aquí. Los jóvenes espectadores conectaron rápidamente con sonoras carcajadas. 


A esas alturas, salvo una fugaz referencia al To be, or not to be, yo ya me había olvidado del cisne del Avon. Me tenía sorprendido el uso de un lenguaje teatral totalmente novedoso. Como si se adelantara o atrasara un vídeo, la escena iba adelante o atrás, o se repetía en los momentos más divertidos. En la pantalla de fondo se proyectaban mensajes de Whatsapp y las catanas colgaban de la pared como un elemento inquietante. Pese a estar bien lejos de toda esa estética, conecté gracias sobre todo a un espléndido trabajo actoral. No pudimos agradecerlo porque no salieron a saludar, lo que no es frecuente. Teatro alternativo, que le dicen. El clip que dejo puede ayudar a hacerse una idea de la propuesta.

José Manuel Mora.




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