La Mesías, de Javier Ambrossi y Javier Calvo

Comecocos

A estas alturas del partido, y tras la campaña publicitaria que se han marcado, raro será que quienes empiecen a leer estas líneas no sepan de qué se trata. Los Javis han sabido venderse desde el principio, aunque yo no haya visto dos de los títulos que los hicieron famosos: Paquita Salas y La Veneno. Sí que vi, desternillándome de risa, La llamada. Son polifacéticos: actúan, escriben, dirigen, producen... En el caso que nos ocupa, La Mesías, han compaginado la tarea de dirección y de guionistas en un proyecto que les ha llevado tres años de sus vidas y seis meses de rodaje. La serie tiene tan sólo siete capítulos de una hora cada uno, y puede verse en Movistar+. Ya desde los créditos verticales, la presentación resulta sorprendente por su colorido y su diseño, al igual que la música que los acompaña. 


La historia tiene tres protagonistas para un mismo personaje, la madre, Montse, que lo fue a los 18 años y que se encuentra sin oficio ni beneficio y con dos criaturas a su cargo. La más joven, una explosiva y descontrolada Ana Rujas, que tan sólo puede aferrarse al crucifijo que lleva al cuello, y a cualquier "buen" hombre que la pueda proteger, a ella y a sus hijos. Lola Dueñas, intensa como pocas veces la he visto, será la que se vaya radicalizando al contacto con un hombre inquietante, también con crucifijo, un Albert Pla gris de  mirada amenazadora, que acabará por hacerle seis hijas más y que las recluirá a todas en una masía perdida y aislada de l´Empordà, de la que acabarán huyendo las verdaderas víctimas de la historia, Enric (emocionante, hondísima mirada la de  Roger Casamajor) e Irene (Macarena García, en  un registro contenido, hierático y explosivo cuando toca), al ver que su madre, irresponsable y cruel, cada vez enloquece más y entra en contacto directo con Dios, quien le dicta las letras de las canciones que sus hijas cantarán, considerándose así la elegida. La tercera es Carmen Machi, reina del matriarcado, que demuestra que puede con cualquier papel que le pongan por delante, combinando la vena cariñosa y humorística con el ramalazo autoritario, la comedia con el drama. La historia sigue la evolución de esa mujer que piensa que todo le va a ir bien, que podrá con todo, que va a ser una estrella, hasta el cierre  vital en que está en una cama postrada y enferma. 


Son muchos los temas que los guionistas/directores se proponen tocar. En el arranque, un grupo de pop cristiano de estética kitsch  (con música "beata" de Hidrogenesse) y que arrasa en las redes, es el que desencadena la actuación de los dos hermanos mayores, atormentados por lo vivido en su infancia. El intento de sanarse se podrá lograr cuando encuentren a la familia que abandonaron. Sin embargo, en los primeros capítulos, lo que atrapa de verdad es esa mujer años setenta, doliente y alocada, que necesita poner un hombre en su vida y que, cuando no lo encuentra, delega ese papel en su hijo de diez años, un Bruno Núñez que es un auténtico prodigio de naturalidad. El maltrato que sufre por elegirlos mal, el intentar la salida a través de los libros de autoayuda, hasta que sea la espiritualidad la que le abra la puerta para empoderarse, aún a costa del sometimiento de sus hijos, de su manipulación, de perder la cabeza, trae ecos de casos reales. Otro es el asunto de las sectas, en el que resuenan algunos tristemente famosos como la de Manson, el Palmar, el mismo Opus, o el de familias que enclaustran a todos sus integrantes impidiéndoles asistir a la escuela y relacionarse con sus iguales, lo que podría considerarse  un abuso de menores. 


Saben mucho de cine los Javis, y hay constantes referencias a personajes cinematográficos, homenajes al cine musical, como el que recrea el baile de Astaire por el techo y las paredes, por parte del Xavi adolescente (un auténtico tour de force en el rodaje), el protector y doliente Biel Rossell. Todos los detalles están cuidadísimos, desde los elementos de la puesta en escena, a la ubicación de la cámara (fastuoso trávelin circular con todas las crías en torno a la mesa), la elección de los "fuera de campo" para potenciar lo que vemos desde lo que no se ve, la banda sonora musicada por Raül Refree, una espléndida fotografía de Gris Jordana y un sabio montaje de los propios directores. Por no hablar del elenco de secundarias grandes, o del reparto infantil, que actuaba sin guión. Cuánta sabiduría han tenido que desplegar a la hora de dirigirlas. 


Me ha gustado y enfadado todo lo que la peli muestra de lo que es capaz el fanatismo religioso, de la opresión que se puede ejercer sobre las personas en nombre de la fe, pero lo más conmovedor para mí ha sido la historia de esos dos hermanos desesperados, que buscan consuelo cada uno a su modo acabarán encontrándose y perdonándose. Lástima que sea lo paranormal lo que acabe cerrando la historia. Y mira que ya se anuncia desde el primer capítulo, con el rodaje en Montserrat, paraíso de ufólogos insomnes... Otra clase de religión, en fin. 

José Manuel Mora.



Comentarios