Mañana y tarde, de Jon Fosse

Dos tiempos

Creo que ya he dicho en alguna ocasión que en mis lecturas actuales, me veo por fin liberado de estar à la page, o de seguir nada que no sea mi intuición o mi curiosidad; también las recomendaciones de los que saben me sirven de orientación. En este caso, comenzar a leer una obra del último premio Nobel, se debe a la generosidad de mi amiga Clara, lectora impenitente, que me ha regalado dos títulos. Y he empezado por el de Fosse, JonMañana y tarde. Madrid: Ed. Nórdica libros / De Conatus, 2023. Trad. Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun. 102 páginas.

Jon Olav Fosse, nacido en Haugesund, Noruega, en 1959, comenzó a escribir en 1983, una novela titulada Raudt, svart (Rojo, negro). Desde entonces son ya más cincuenta obras de teatro, novela, ensayo, literatura infantil y poesía. Naturalmente, y como me suele suceder, no conocía al escritor. Trilogía, editada por De Conatus es una de sus obras emblemáticas. Ésta Mañana y tarde fue escrita en el año 2000. Sus obras se han traducido a cuarenta idiomas y su teatro ha sido muy representado, al ser considerado uno de los grandes dramaturgos del mundo. El Nobel le ha sido otorgado este mismo 2023. 

El libro tiene dos capítulos dispares: el primero es muy breve y en él un narrador omnisciente narra el nacimiento de un niño, Johannes, desde la perspectiva de su padre, que vive el momento lleno de la inquietud propia de quien no está presente en el evento y quien considera que "el niño vendrá al frío de este mundo y aquí estará solo [...] y luego, cuando todo haya acabado, cuando llegue su hora se descompondrá y volverá a la nada de la que salió, de la nada a la nada, ese es el curso de la vida" (pág. 16). En el segundo, asistimos al ocaso de su vida, la de un anciano pescador, el propio Johannes, desde el interior de su flujo de conciencia, en un movimiento entre realidad y ensoñación, en una única jornada en la que todo parece igual que siempre y sin embargo todo es distinto. Evoca momentos de su vida y dialoga con personajes que son seres ya inexistentes, como su amigo Peter. Asistimos al desconcierto y la angustia de quien no sabe si está vivo o asiste a las últimas vibraciones de su subjetividad, antes de que su conciencia se disuelva definitivamente. La anécdota es tan leve que por fuerza hay que ir al modo en que se nos presenta, mediante reiteraciones y redundancias, dentro de la serenidad del conjunto, que imprimen un ritmo a la prosa. No hay puntuación y los diálogos se suceden sin guiones de cambio de hablante. Los matices de ese fluir de conciencia, casi imperceptibles, van aportando información, gracias a la fluctuación entre el pasado  y el presente. El paisaje es minimalista, así como los lugares donde transcurre la acción: la cocina, el camino, la orilla, el barco, el cielo inmenso... La serenidad de ese fluir de conciencia tal vez deriva de saber que "menos mal que ya tenemos la pensión", lo que le proporciona la seguridad de tener sus necesidades cubiertas. 


La mirada sobre la realidad es poética, pero sin alharacas, y se expresa con un lenguaje sencillo, lleno de onirismo por momentos. Los vocablos regresan en frases que se alargan y que le confieren el ritmo del que hablaba. Es evidente que quienes conceden el premio bucean en literaturas poco convencionales, alejadas de los "más vendidos". Y también que no creo poder juzgar la obra del escritor a partir de un libro de apenas cien páginas. Desde luego no ha de buscar aquí el lector acción desmedida o conflictos emocionales. Por momentos me parecía estar viendo imágenes de las viejas películas de Bergman en su maravilloso blanco y negro. En vez de ver jugar al ajedrez al caballero con la muerte, aquí estamos ante dos viejos pescadores que agotan sus vidas en medio de la serenidad del atardecer nórdico. Un respiro.

José Manuel Mora.



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