The Full Monty, de Andrew Chaplin, Catherine Morshead

British Humour

Hay mucho cine que ves y desaparece luego de tu memoria. No recuerdas ni los títulos ni los argumentos. Pero hay pelis míticas, esas que no olvidas por más años que pasen. Una de ellas es The Full Monty, de 1997 nada menos. Las consecuencias catastróficas del gobierno de la Thatcher parecen seguir presentes en el Sheffield original. Sin embargo, los casi treinta años transcurridos están inscritos en los rostros de los personajes, interpretados por los mismos actores, en esta miniserie de título homónimo, The Full Monty, de 2023. Está colgada en Disney + y son tan sólo ocho capítulos de cincuenta minutos cada uno. Los responsables son Andrew Chaplin  y Catherine Morshead. Han trabajado sobre un guión de Simon Beaufoy y Alice Nutter.

La situación de este grupo de amigos sigue siendo penosa. Gaz (Robert Carlyle), ahora abuelo, quien llevaba la voz cantante  en la original para proponer un espectáculo de strippers masculinos, obreros de la siderurgia, que les ayudara a combatir pobreza, desempleo y ausencia de horizontes, es ahora uno más de los desgraciados integrantes del antiguo grupo de amigos. Tiene además que lidiar con una hija tardo adolescente, Destiny, (Talhita Wing), loca por la música e incapaz de someterse a la menor disciplina. Su amigo Dave (Mark Addy) lidia con una crisis matrimonial, y el pobre Horse (Paul Barber) es considerado para trabajar a pesar de las dificultades que tiene para desplazarse. Los capítulos se centran en cada uno de quienes integran el colectivo. A la vez, ello da ocasión de mostrar la situación del Sheffield de ahora, y todos los problemas que encaran: inoperancia de la administración, paro, enfermedades mentales, conflictos familiares que afectan a los vástagos, situación de la enseñanza con el acoso presente... Por encima de todo la serie es un canto a la amistad y a la solidaridad de clase.

El modo en que todo ello está tratado resulta una muestra del más desaforado y audaz humor inglés. Las situaciones más disparatadas se resuelven del modo más inconcebible y divertido, como la captura de rehenes, donde vuelven a quitarse los cinturones. A pesar de lo sombrío de una situación, las escenas finales son gloriosas. Es posible que algunos consideren que no era necesaria esta continuación (spin off, que decimos los ingleses), pero a mí me ha hecho pasar un buen rato. También me ha puesto ante el espejo de mi propio envejecimiento, tal como le sucede al elenco original. No está mal seguir denunciando lo que ya era insostenible hace casi treinta años y es ahora todavía más cruel.

José Manuel Mora.








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