Io Capitano, de Matteo Garrone

Odisea africana

Tras ver el tráiler, pensé que no iría a la proyección. Sin embargo, opiniones cercanas tras su visionado, me han hecho reconsiderar mi decisión. Y he esperado hasta poder verla en V. O. S. Se trata de Io Capitano, dirigida y coescrita por Matteo Garrone, quien ya me hizo entrar en un mundo que detesto, el de la droga en los suburbios de Nápoles en su título anterior, Gomorra, (2008). A la vista de la sinopsis, en este caso el viaje que el filme plantea es físico y a la vez interior. Viene avalada por el premio del público del Festival de San Sebastián y el León de Plata a la mejor dirección en Venecia.


Senegal. Dos muchachos de dieciséis años, Seydou (Seydou Sarr) vive con su madre (imponente, conmovedora, Khady Sy) y sus hermanas, va a la escuela, come y disfruta con la música (su historia se inspira en la de Mamadou Kouassi, quien colaboró en la escritura del guión). Lleva la camiseta del Barça. En su imaginario, llegar a Europa y ganarse la vida cantando. Sabe que muchos de los que partieron no llegaron, atrapados por las dunas del desierto o ahogados en el mar. Como les advierte un intermediario, "Yo, que vosotros, no iría". Pero su primo Moussa (Moustapha Fall, aquí en su primer papel) y él han estado trabajando para intentar pagarse el viaje. Pese a las advertencias de la madre, salen de noche a vivir su gran aventura: tratarán con traficantes de personas, pelearán con un desierto sin carreteras y casi sin agua, se enfrentarán con soldados sin escrúpulos, corruptos y asesinos, y con un centro de detención en Libia. Y por fin, con el mar. A pesar de lo que se puede desprender de todo lo enunciado, el tono escogido por Garrone no es melodramático ni morboso en el exceso. Tal vez eso es lo que ayuda a que veamos a los chavales como semejantes nuestros y que la empatía se produzca con mayor intensidad. Hay momentos de un onirismo bellísimo que ayudan a Seydou a sobrellevar el horror, también la solidaridad entre los desheredados. El cineasta ha optado por contar la travesía casi como una aventura, más que como una tragedia de desenlace previsible. 


Tengo un amigo, felizmente asentado ya en España, que tuvo que vivir una travesía semejante. No sé si soportaría el visionado de la cinta. El director asegura que muchos de los figurantes han vivido la experiencia y ello facilita mayor credibilidad a esos rostros en tránsito. Las localizaciones son imponentes y la música, bellísima. Los dos protagonistas dan la impresión de no ser actores profesionales. Sarr (premio al mejor actor joven) es músico y aquí transmite a través de su mirada, a veces ingenua, otras aterrada, toda la humanidad de un muchacho sobrepasado por lo que vive. Son más de 28.000 muertos los contabilizados desde 2014 hasta 2023 según la OIM, al intentar cruzar. 


El director ha declarado que busca dar voz a los que no la tienen. Lástima que no creo que se vaya a ver en Senegal, en Malí, en Níger. Donde sí pienso que debiera ser de proyección obligada, seguida del fórum correspondiente, es en todos los institutos de nuestro país. Tal vez así el alumnado, de la misma edad que los protagonistas, entienda que detrás de tanta estadística hay personas como ellos, con sueños, con familias a las que ayudar, con historias terribles que, solamente cuando consiguen aprender nuestro idioma, pueden llegar a comunicar, aunque nunca podamos imaginar lo vivido. La película puede ayudar. No hay sensacionalismo de parte del director, ni el paternalismo con el que se les suele mirar. Hay tan sólo seres humanos tratando de sobrevivir. ¡Quelle histoire!

José Manuel Mora. 

P.S. He optado por el tráiler original subtitulado en italiano, para no perder la autenticidad de las voces actorales. 





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