American Fiction, de Cord Jefferson

De lo políticamente incorrecto y otras exquisiteces

Como esta semana no hay nada en la cartelera que me llame la atención, he echado mano de una recomendación de la que no había oído hablar y que con seguridad me hubiera pasado desapercibida. Como está en Amazon Prime Video (no se ha estrenado en cines), quienes tengan la plataforma pueden entrar a verla si quieren reírse un rato con un humor inteligente. Se trata de American Fiction (2023), una cinta de Cord Jefferson, a partir de una novela de Percival Everett, escritor negro, y guionizada por el propio director, que ha recibido el Oscar al mejor guión adaptado; es su primer filme, aunque sus trabajos televisivos son numerosos, como Watchmen, que yo no vi. No suelo poner doble cartel, pero esta vez lo hago para  que se sepa que se puede encontrar con los dos títulos.












He visitado un par de veces los USA, pero nunca en estancias prolongadas que permitan hacerse una idea a fondo de aquella sociedad. Sé sin embargo que el trauma de la esclavitud se sigue arrastrando y se muestra de múltiples formas, en lo social, con desigualdades insalvables en todos los campos, en cuestiones de derechos que parecían adquiridos y no lo están, en diversidad lingüística, que a mí me interesa más por deformación profesional, no sólo en cuestión de diferentes acentos, sino en el uso de determinadas palabras. Hablar de nigger, para nombrar a los que aquí llamamos negros, resulta allí ofensivo, aunque la palabra aparezca en clásicos como Tom Sawyer. Y esa pretendida "corrección política", conocida allá como pensamiento woke, está invadiéndolo todo, con ánimo de "blanquear" la mala conciencia de los privilegiados. 


De ahí arranca la cinta, cuando a una alumna universitaria le resulta ofensivo que su profesor (un contenido y expresivísimo Jeffrey Wright) escriba la palabra en la pizarra, razón por la cual le proponen un "descanso"  no remunerado en su actividad académica. Es además un escritor frustrado, que no ha logrado publicar nada. Está harto de la literatura para negros, cuajada de estereotipos y clichés: padres ausentes, raperos, abundante crack y violencia, todo lo que él no es, pues proviene de una familia acomodada. Con más tiempo libre decide escribir un libro que responda a lo que el mercado espera del tópico personaje afroamericano, que parece ser el modo en que hay que nombrarlos. Lo que él, un escritor negro sin fortuna, hace como una broma crítica de ese género de literatura, resulta que va captando admiradores entre la industria, que lo ven como un buen reclamo para convertir en superventas un libro que lleva por título otra de las palabras que se censuran en los subtítulos de series y películas y que usan constantemente en la lengua hablada, el famoso fuck. Nosotros tampoco nos quedamos cortos utilizando nuestro "¡joder!" exclamativo a la hora de dar énfasis. Y es así como todo se va enredando hasta extremos desternillantes, cáusticos en la medida en que lo que la invención que él propone como modo de romper tabúes mediante esa falsa "autenticidad", va siendo aceptado por editores y libreros (blancos), incluso que el inventado autor con pseudónimo sea un fugitivo de la justicia. Todo ese mundillo de los premios literarios, de la ambición por escribir literatura "seria" y la necesidad de redactar  basura si es lo que el mercado demanda, está tratado con una ironía que me ha hecho reír en múltiples ocasiones.


Por si todo lo anterior fuera poco, hay también un retrato de una familia negra de clase media, con una madre con alzheimer y un hermano gay (impactante Sterling K. Brown, a quien no recordaba de La maravillosa señora Maisel), que no fue capaz de mostrarse ante sus padres, lo que me hizo recordar la reciente All of us Strangers. Todos ellos presentan un contraste con lo que Monk, el personaje protagonista, ha escrito en su novela, pretendidamente auténtica, que acaba dándole el dinero que necesita. Todo ello acaba redondeándose con una petición jolivudense para llevarla al cine, lo que da la oportunidad de un final abierto y múltiple que me ha sorprendido gratamente. No hay moralejas que valgan. El espectador deberá elegir. En definitiva, una gratísima sorpresa que me apresuro a recomendar. 

José Manuel Mora.






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