El turista, II

El "turista" en Irlanda

Hace tiempo que no comento ninguna serie, y no es porque no siga viéndolas, pero las últimas no me ha provocado la necesidad de compartir la opinión. Es cierto que Bronca (Netflix), con el conflicto brutal entre dos personas frustradas e infelices que tienen un pequeño roce de tráfico, acabó complicándose tanto que, aunque la terminé, me dejó insatisfecho. Sí quiero señalar que es poco frecuente que una serie se apoye en actores estadounidenses de origen oriental (estupendos Steven Yeun y Aly Wong). Algo así sucede con True Detective, Noche Polar (HBO) y la incorporación de actrices inuit (como Kali Reis y las consagradas Jodie Foster y Fiona Shaw); empecé a verla, y la ambientación en la noche perpetua de Alaska despertó mi curiosidad. Sin embargo, el que hubiera que esperar una semana entre cada capítulo hacía difícil su seguimiento y decepcionante el final; eso sí, quedaba demostrado que las féminas pueden ser violentas, bebedoras y decir tacos. Mr. & Mrs. Smith (Amazon Prime Video) empezó siendo sorprendente, con una pareja de espías (Donald Glover y Maya Erskine, de origen oriental, ella y él, afroamericano, ambos espectaculares en sus conflictivos papeles) que han de trabajar juntos pero que acaban enamorados; a pesar de sus toques de comedia mezclados con acción de la buena, su final abierto me dejó enfadado. Por último, Siempre el mismo día (Netflix), sigue la relación de una pareja a lo largo del tiempo, a pesar de verse tan sólo una vez al año. Comedia amable, romántica y también interracial (Ambika Mod, hindú y Leo Woodall, británico), me ha dado la impresión de querer alargar demasiado el chicle. Y voy por fin a la que acabamos de ver ayer, El turista, II (ahora en Netflix), en la que nos metimos por ser de sólo seis capítulos y que completaba la historia australiana que tanto nos había intrigado en The Tourist


El protagonista "desmemoriado", accidentado en Australia (un estupendo Jamie Dornan) decide viajar a Irlanda con Hellen (Danielle Macdonald), la policía que lo ayudó en aquellas lejanas tierras, al recibir una foto suya tomada allí. Ahora buscan las causas de ciertos estropicios en su tierra natal y lo que encuentran en la bella Eyre, lejos de cualquier postal turística, es un conflicto sangriento entre dos clanes rivales; iba a decir familias, que también. Además del habitual "padrino", el de los McDonnell (Diarmaid Murtagh), en este caso hay también una "madrina", la de los Cassidy (Olwen Fouéré), en el otro bando, tan despiadada como el primero, ambos sedientos de sangre. El conflicto, como suele, corresponde a cuestiones de drogas, aunque también hay un componente humano oculto hasta casi el final. Desde el primer capítulo, que arranca fuerte con su secuestro, se hace evidente que Elliot Stanley, acabamos sabiendo el nombre del desmemoriado, había dejado cuentas pendientes por las que se supone que tiene que pagar. Las sorpresas de un guión perfectamente pautado se van sucediendo sin descanso, gracias a la escritura de los hermanos Williams.
 

Pero la serie no es sólo un thriller lleno de violencia, a veces increíble en sus persecuciones y peleas, auténtica montaña rusa con bordes de acantilados vertiginosos incluidos, sino que tiene también un componente humorístico debido sobre todo a la presencia del antiguo novio de la policía australiana, que la ha seguido, Conor MacNeill, todo un personaje en busca de redención, y un policía rural, Mark Mckenna, que tiene un tocado. Los malentendidos entre el inglés británico y el australiano son hilarantes. Todos los personajes importantes de la historia son creíbles, con trasfondo psicológico,  algunos más estereotipados para producir la risa del espectador. Además de la potencia interpretativa de la pareja principal, quiero señalar la presencia, nueva para mí, de un mito de la interpretación irlandesa, la Fouéré, que hace un papel de enorme fuerza, con una mirada fría, capaz de combinarla con un amor de madre auténtico. Como la serie es corta, supone un buen entretenimiento para un fin de semana de frío.  

José Manuel Mora.



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