Visita atípica
Hoy es nuestra primera excursión de grupo. El ambiente a la puerta del hotel y luego en el autobús me coloca allí donde debo empezar a acostumbrarme a estar, entre la "gente joven de mi edad", aquellos a quienes el Imserso ofrece la posibilidad de ir gastando los últimos cartuchos mientras se pueda. Los hay ya en la década de los ochenta. Mucho gallego falando na sua lingua con naturalidade. Se nota que algunos repiten la experiencia y saben situarse para conseguir buenos lugares en el autobús. He estado dudando sobre si redactar estas líneas o no. La excursión es a Sevilla, y me parece evidente que una joya como esa no se visita en un día. Ya estuvimos cuando la Expo, pero no habíamos vuelto. Entramos por la ronda norte.
La mañana ha amanecido con algo de lluvia. Cruzamos el Guadalquivir por uno de los puentes que deja a un lado el conocido como "Pintalabios", una torre de 180 m. de altura que se ha atrevido a desafiar a la Giralda, icono donde los haya, lo que provocó una enorme controversia en la ciudad, a pesar de que su arquitecto, Cesar Pelli, diseñador también de las Petronas en Kuala, es de sobrado renombre y prestigio. Ahora parecen haberse habituado a ella y luce junto al río con usos múltiples y un mirador que debe de proporcionar una panorámica casi aérea. La foto es ya del atardecer, pero al bajar del autobús nacieron como setas los vendedores de paraguas. Compramos uno, que luego casi no fue necesario.
Llevamos pinganillos para seguir la explicación del guía sin molestar al resto de viandantes. Somos una manada más de entre los turistas que han convertido la ciudad en un parque temático, al menos las zonas que más se recorren. Una de las razones que nos animaron a realizar la excursión era la posibilidad de visitar el Palacio de las Dueñas. Lo que en su momento fue edificio nobiliario, acabó convertido en una casa de vecinos de clase acomodada, en la que nació D. Antonio Machado. Penetrar en ese lugar me llena de emoción: "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero"... Ser mitómano es lo que tiene. A la entrada hay un placa de barro vidriado que señala la efeméride. Acabó pasando a manos de la Casa de Alba, una de las de mayor prosapia de la nobleza española y también con los posibles suficientes para restaurarla con mimo, dado que era una de las posesiones preferidas por Cayetana Fitz-James Stuart.
Vuelvo a entrar en el Archivo General de Indias, que ya visité en su momento con mi alumnado del Módulo de Biblioteconomía, Archivística y Documentación, que es el que da nombre a este blog, que lleva funcionando ya desde 2008 y que sigue recibiendo visitas desde los sitios más inverosímiles. Entonces realizamos un recorrido guiado. A pesar de que es de entrada libre para la que no es necesario sacar tique, pocos son los turistas que se adentran en este edificio herreriano, que levantó Felipe II como lonja de mercaderes y que Carlos III decidió que sirviera para guardar toda la documentación referente a las Indias. Sigue siendo hoy uno de los centros de documentación relacionada con el continente descubierto y colonizado, que es necesario visitar caso de querer efectuar estudios o consultar documentos específicos. La entrada, con su escalera abovedada, resulta impactante y las alas de la primera planta son sobrias y elegantes, aunque quienes lo hemos estudiado sabemos que son un decorado teatral con todos esos legajos de atrezo. Los originales están a buen recaudo. Hay sin embargo objetos curiosos, como un cofre con infinitos herrajes que lo convertían en una auténtica caja fuerte.
Tenemos luego el paseo por el Guadalquivir. Una voz grabada va informando en diferentes idiomas de los nombres de los distintos puentes bajo los cuales vamos navegando, y de los monumentos que se divisan desde el barquito. Durante un rato disfrutamos de un arcoíris doble. Es un buen momento para relajarnos tras tanto trajín matinal. Pasan canoas fugaces con remeros que las gobiernan con rapidez y pericia. Da la impresión de que fuera domingo. Queda el regreso en bus dormitando mientras el cielo se va cubriendo de nubes y la luz se va amortiguando.
Tras la cena, el hotel se vuelve benidormí y hay baile y karaoke y la gente socializa y se toma una copa. Los viajeros han decidido apurar el día, apurar la vida.
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