Siempre nos quedará mañana, de Paola Cortellesi

Donne!

La incitación a ver esta peli, me llega desde Galicia. La cola para entrar al cine es larga. La mayoría de quienes esperan para entrar son mujeres de mi edad, de la que han vivido. Tras el visionado entenderé por qué. Se trata de Siempre nos quedará mañana (C'è ancora domani), de 2023, con Paola Cortellesi como coguionista, realizadora de su opera prima, e intérprete de la cinta, quien es además cómica, cantante, y dedicada al cine y al teatro desde hace mucho tiempo, aunque sea la primera vez que oigo hablar de ella. No creo que se me olvide.



La elección del blanco y negro del fotógrafo Davide Leone, junto con el vestuario y el atrezo, más el conseguido decorado, ya indica hacia dónde nos quiere transportar la Cortellesi: Es fácil verse inmerso en una película neorrealista de los años cincuenta. Podría haber sido Rocco e i suoi fratelli del primer Viscontio bien algo más próximo, la serie La amiga estupenda, aquí comentada. Estamos en Roma, recién terminada la guerra, en 1946. La sociedad guarda clara memoria de la derrota del fascismo, gracias a la presencia de los soldados estadounidenses aún en las calles, del estraperlo que enriqueció a algunos, de las colas del racionamiento, del ambiente teñido por la poderosa presencia de la Iglesia. 


Y en medio una mujer, que se mata a trabajar, que tiene que mantener la casa y la familia a flote, mientras es considerada un cero a la izquierda y es golpeada por un marido, perfecto retrato del heteropatriarcado brutal, aunque esa palabra aún no se usara en la época. La hija mayor, Marcella (Romana Maggiora Vergano), aguarda una inminente petición de mano de un chaval de clase media, lo que le permitirá abandonar una habitación compartida con sus dos insufribles hermanos pequeños, y una casa donde escucha el llanto de su madre bajo los golpes del padre, inmenso Valerio Mastandrea, bien instruido éste por el suyo, desde la cama donde se halla postrado. 


El bofetón inicial, que ella recibe sin mediar palabra, podría llevarnos a un drama intenso. Sin embargo la directora ha querido introducir algunos toques de comedia que permiten sobrellevar algo mejor el maltrato que sufre la protagonista, aunque sea esa danza violenta algo que no deja de producir ansiedad en el espectador. En otros casos es la elipsis lo que logra evitar las muestras de violencia. También el tono costumbrista, con las escenas del patio de vecindad o el velatorio, y el sororismo de las amigas ayudan a sonreír en medio de tanta oscuridad vital. Todos los personajes están perfectamente dibujados, pero evidentemente Cortellesi arrasa con sus pobres atuendos, su perfecto despeinado, sus expresivísimos ojos, conteniendo constantemente su temor  y manteniendo vivos sus sueños. Es el perfecto modelo de la mujer de la época, a la que no se la dejaba opinar, ni elegir, ni trabajar apenas. Muchos de esos elementos estaban presentes todavía en mi niñez española, aunque felizmente no la violencia. Las italianas consiguieron hacer oír su voz trece años más tarde que las mujeres de la República Española, defendidas por Clara Campoamor. Las imágenes finales, al tiempo que los créditos, muestran escenas reales de aquel triunfo. La película ha acabado entre los aplausos del público en la sala. No me extraña los seis millones de espectadoras italianas que ya han acudido a verla. Película perfecta para un buen fórum con adolescentes, para que sean conscientes de dónde venimos y del peligro de perpetuar determinados estereotipos. 

José Manuel Mora.



 




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