Heteropatriarcado
En mis tiempos de mitomanía preadolescente acostumbraba a recortar fotos del periódico de mi padre: riadas, actrices de cine, elecciones papales... En aquella época esto último era un acontecimiento. Conocía bien la dinámica: encierro bajo llave (cum clave) y esperar la fumata blanca. La llegada de Juan XXIII en 1958 fue algo que seguí con interés a mis escasos diez años. Se me escapaba el trasfondo de la elección. Luego me fui distanciando, aunque Las sandalias del pescador (1968) me devolvió todo aquello a la mente de la mano de A. Quinn. Y en 2019 disfruté con la serie The Young Pope gracias a la chulería de Jude Law. La que acabo de ver, Conclave (sic, sin tilde) está dirigida por Edward Berger, a partir del libro de Robert Harris. Y aunque vi su peli anterior, Sin novedad en el frente (2022), no llegué a escribir la correspondiente reseña, cosa que me sucede cuando algo no acaba de llenarme.
La fotografía a cargo de Stéphane Fontaine es brillante y sabe sacar partido a los espacios. Por ponerle alguna pega, puedo decir que la banda sonora me llegó a molestar por lo que subrayaba las situaciones. Sin embargo el guión es muy inteligente y juega muy bien con las elipsis, lo que mantiene el interés. El final, sin destripar nada, abre posibilidades que a muchos les parecerán impensables. También lo era el que la liturgia abandonara el latín, o que el papa dejara la silla gestatoria, o que hubiera cardenales en el Vaticano enriqueciéndose de tapadillo, o bien ocultando casos de pederastia. Todos humanos, demasiado humanos.
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