Músicos muy humanos
A veces basta saber el origen de la producción para sentirse atraído por ella. Son numerosas nuestras estancias en Dinamarca, donde tenemos a nuestra amiga Birgit, lo que hace que nos hayamos animado a ver la serie de diez capítulos La orquesta (2022), de Mikkel Munch-Fals, director y guionista, aunque la mente pensante tras ella, Adam Price, sea el que creó Borgen. Que la duración de los mismos sea de apenas media hora, hace que se vean casi de corrido. Está colgada en Filmin. Que por una vez no sea su temática crímenes y oscuridades, sino una comedia que tiene que ver con la música, a mí, metido en una coral desde hace quince años, me ha resultado todavía más atractiva. Ha ganado tres premios Robert, los más afamados de la televisión danesa.
El cartel anunciador ya señala a los dos principales protagonistas, Jeppe (Rasmus Bruun), director adjunto en la organización de la Orquesta Sinfónica de Copenhague, y Bo (Frederik Cilius Jørgensen), segundo clarinete de la misma. El primero es un hombre inseguro que, con tal de evitar conflictos, es capaz de darle la razón a todo el mundo, lo que conseguirá crear líos monumentales de los que le será muy difícil salir. El segundo es de naturaleza sanguínea y se siente desplazado por el primer clarinete, puesto que él cree merecer mucho más. La tendencia al compromiso del primero se contrapone con la intransigencia del segundo, incapaz de no decir la verdad, caiga quien caiga. A pesar de las diferencias acabarán colaborando de una manera inesperada, dada la soledad en la que cada uno se ve inmerso y a los conflictos personales que cada uno arrastra consigo.
Las rencillas en el interior de una orquesta, el afán de protagonismo, los conflictos caracterológicos marcados por los egos envidiosos, son algo conocido, incluso para quienes ven este mundo desde fuera, ya que acaban trascendiendo al público seguidor. Tras este telón de fondo, los creadores de la serie han sabido presentar temas de "rabiosa actualidad": el abuso de poder, el consentimiento femenino frente al posible acoso sexual, el condicionante de una madre castradora, la educación de los niños, la rivalidad por obtener el éxito y el miedo al fracaso, la denuncia de una posible prioridad por razón de discapacidad, o ya puestos, de raza o condición sexual, como denuncia Bo, cagándose en lo políticamente correcto. Queda todo ello lejos pues del elitismo que se suele considerar que empapa al mundo de los melómanos. El tratamiento en tono de comedia inteligente con diálogos chispeantes convierte la historia en una pieza efervescente que provoca carcajadas, llena a la vez de momentos musicales exquisitos y en constante equilibrio entre los intereses del grupo y de los individuos y las apariencias de cara a la galería, con auténtico terror a que los escándalos puedan trascender a los periódicos.
Todo lo anterior viene servido por una auténtica coreografía coral, que se desarrolla casi siempre en el interior de la sede de la orquesta, o en las casas de los protagonistas. Hay pocas concesiones aquí a las postales turísticas de la hermosa ciudad. Todo se sustenta en unas actuaciones superlativas de los protagonistas. No conocía a ninguno de los dos, pero ambos están estupendos: la inseguridad hilarante del primero y las explosiones caracteriales del segundo. La malignidad edulcorada de la madre, o el enamoramiento imposible de la alumna discapacitada, el poderío desprejuiciado de la directora de la Orquesta... En fin, tal vez no sea "esencial para la supervivencia", como suelo decir bromeando cuando algo me gusta mucho, pero sí asegura pasar un rato divertido, con un humor que está lejos del que solemos usar los mediterráneos.
José Manuel Mora.
P.S. Dejo dos tráileres, uno doblado y el otro en danés subtitulado.
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