Si a esto se le añade la piratería rampante, con descargas cada vez más numerosas, el sector parece que empieza a notar la crisis. Es lógico que así sea, cuando la gente parece que prefiere ahorrar en ocio y gusta más de quedar en casa de alguien para picar o jugar a la wii, antes que salir de tapas, cine o disco. El libro no podía librarse de esta apretada de cinturón.
A mayores, que dicen en Salamanca ( amés a més, en valencià), con los libros pasaba y pasa algo semejante a lo que ocurre con la vivienda. Se produce más de lo que se puede llegar a vender, por lo que se ha impuesto un ajuste. Salvo los fenómenos de ventas, tipo Follet, Zafón etc, lo común no son las tiradas masivas.
Habrá que esperar a las ventas de Navidad para ver si la gente sigue regalando libros, como solución socorrida, (aunque no sea S. Jordi) y la cosa se reequilibra un poco antes de que finalice el año. Yo de momento ya me he comprado lo último de Vargas: El sueño del celta, del que daré debida cuenta de aquí a unos meses; son 500 páginas. Y han amenazado con dejarme lo último de Almudena Grandes, Inés y la alegría. Además, parece que vuelven los rusos y yo tengo como asignatura pendiente Ana Karénina, de Tolstoi o "Tolstua", que de las dos maneras puede y debe decirse.
"Malos tiempos para la lírica", que decían los roqueros de los 80 y para el libro en general. La crisis es lo que tiene...
José Manuel Mora.
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