
Por cortesía de Luis E. M.G. he podido asistir a la première de esta película (cosas de los que se mueven en el entorno de la farándula) así que, más que "la película de la semana", debería ir bajo el epígrafe de "la semana que viene", puesto que se estrena el 17 de diciembre. Así, los aficionados al cine, a la par que improbables lectores de este blog, estarán advertidos.
He de decir que, aunque no un habitual de su cine, sí he visto El día de la Bestia (1995) y también La comunidad (2000). Con ambas me pude reír a modo y disfruté con lo cutre de su puesta en escena, con el enloquecido cura que buscaba al Anticristo (identificado con el fascismo de los pijos madrileños), por nacer, en lo alto de las torres Kío de Madrid, o con el colectivo de actores que conformaban a aquella peculiar comunidad de vecinos. Ambas acababan en las alturas en su momento de clímax y eran comedias disparatadas y coherentes.

Sin emabargo, en la que nos ocupa, el director vuelve por donde solía, pero en ambientes pasados: posguerra o final de la dictadura franquista. La verdad es que la producción está muy cuidada y la recreación de época conseguida. Los actores resultan creíbles, sobre todo ellos, y se nota que hay mucho dinero metido para las localizaciones, para las resoluciones por ordenador de los efectos especiales, para la iluminación y los movimientos de cámara; pero tal vez porque el mundo del circo nunca me llamó la atención, o porque la violencia, más si es gratuita, me resulta intolerable, lo cierto es que estuve a punto de salir del cine sin verla acabar.
No entiendo al personaje clave, el payaso amigo de los niños y violentísimo en su relación con su novia y con todos los que lo rodean. ¿Qué le ha hecho ser así? ¿Sólo el alcohol? ¿Por qué, si no fuera payaso, tendría que ser asesino? De la Iglesia no lo explica. Todavía la reacción del "payaso triste" viene condicionada por la petición de venganza de su padre, o por los celos y puede asimilarse, pero no la de su antagonista. Además la desmesura y el chafarrinón me distancian tremendamente a los personajes y su historia.
A todo ello se añade la sensación del déjà vu, la repetición del final en las alturas, pero como dicen los catalanes, de ferla, ferla grossa; la escena final se sitúa en este caso en la cúspide de la cruz del Valle de los Caídos. Es cierto que crea tensión, pero el tono de ópera bufa le resta dramatismo.
En fin, no sé si se nota que no me ha gustado, pero algún comentario escuchado a la salida decía: "qué tío, hace lo que le sale de los güevos y eso mola". Seguro que llevará mucho público a las salas; más si se anuncia con los galardones del Festival de Cannes: premio a la mejor dirección y al mejor guión. Hay gente "pa to". Aquí dejo el tráiler para que os hagáis una ligera idea.
José Manuel Mora
Comentarios
Está claro que no era para nada una historia verosímil, aunque estuviera en mitad de hechos históricos (casi sale volando con Carrero), y eso él lo sabía.
A los dos minutos ya tenía claro que había que cambiar el chip. ¡Eso y aplaudir la sorprendente interpretación de Fofito!
Y comparto que la mejor parte de la película sean las imágenes en blanco y negro.
En definitiva, más allá de la narración y de las excentricidades, creo que nos dio una lección de lo que es el cine.
Saludos, hacía tiempo que no pasaba por aquí.