Yo soy marroquí....
Yo no soy marroquí, pero también me voy a manifestar desde esta página electrónica a la que mis improbables lectores no tendrán seguramente acceso, aunque no sea más que por desconocimiento. Durante mis años profesionales he tenido alumnos que llegaron al barrio de Virgen del Remedio con sus padres, en busca de una oportunidad laboral y vital. Algunos llegaban al aula sin escolarizar; otros habían recibido algo de formación en francés; otros en fin hablaban algo de castellano por el tiempo que hacía de su llegada. En el Instituto se prestaba especial atención a los nouvinguts y contábamos además con una mediadora intercultural (gracias, Soad) que servía de puente entre el alumnado y sus familias. Del programa Integra't surgió, entre otras muchas, la oferta de unas clases de castellano vespertinas para madres, hermanas, hijas...que les ayudara a la integración mediante la asunción del idioma. Sé pues de qué hablo.

Además he viajado en varias ocasiones a Marruecos, al del norte y al profundo sur, lindando con el desierto. Siempre me he sentido bien tratado, bien acogido, (recuerdo a unos maestros de un pueblito que nos invitaron a su casa a compartir un tajin que prepararon de prisa y corriendo, o a una familia de pastores que nos ofreció dátiles y té, lo que tenían); únicamente me he sentido mal cuando he visto a nubes de niños salir de debajo de las piedras en el Atlas, para vender "rosas del desierto", en vez de estar en la escuela; o cuando al entablar conversación en cualquier tienda o cafetín, aparecía la información sobre salarios de miseria y las condiciones de explotación, visibles en cualquier recorrido turístico; o a la hora de relacionarme con los gendarmes, sobre todo en los aeropuertos, acostumbrados a que les "unten" para obtener lo que se debería de forma natural.
De la situación de las mujeres, ni hablamos.
Por todo ello es fácil suponer la alegría ante lo que está sucediendo en la orilla sur del Mediterráneo. La gente está saliendo a la calle no pastoreada por partidos políticos, sino acuciada por el hambre y en defensa de su dignidad tanto tiempo pisoteada, primero por el Occidente colonial, luego por los regímenes que lo sustituyeron. Y la presencia de la gente joven, varones y mujeres, de éstas, unas veladas y otras descubiertas, es otro motivo de regocijo. Cuando la gente pierde el miedo, son los dictadores quienes empiezan a padecerlo, ha dicho alguien. Y todo ello pese a la violencia que desatan quienes defienden el status quo frente a la actitud pacífica de los manifestantes. Y también pese al silencio vergonzante de los vecinos europeos del norte, la U.E., tan democrática ella.
Y parece contagioso: primero Túnez, luego Egipto (con sus dos momias depuestas y con los caudales que robaron inmovilizados por los bancos), ahora Bahréin, Yemen, Libia...
Y para el día 20 de febrero Marruecos. Y eso a pesar de presumir de un régimen democrático, con Parlamento y Constitución. La gente está harta de desigualdad, opresión, corrupción, nepotismo...Y van a salir a las calles el domingo. Desde aquí me sumo, con estas líneas y dando publicidad a este vídeo, precioso documento, a lo que espero sea una manifestación de orgullo y lucha pacífica por la libertad y la justicia. Inch Allah'.

Además he viajado en varias ocasiones a Marruecos, al del norte y al profundo sur, lindando con el desierto. Siempre me he sentido bien tratado, bien acogido, (recuerdo a unos maestros de un pueblito que nos invitaron a su casa a compartir un tajin que prepararon de prisa y corriendo, o a una familia de pastores que nos ofreció dátiles y té, lo que tenían); únicamente me he sentido mal cuando he visto a nubes de niños salir de debajo de las piedras en el Atlas, para vender "rosas del desierto", en vez de estar en la escuela; o cuando al entablar conversación en cualquier tienda o cafetín, aparecía la información sobre salarios de miseria y las condiciones de explotación, visibles en cualquier recorrido turístico; o a la hora de relacionarme con los gendarmes, sobre todo en los aeropuertos, acostumbrados a que les "unten" para obtener lo que se debería de forma natural.
De la situación de las mujeres, ni hablamos.

Por todo ello es fácil suponer la alegría ante lo que está sucediendo en la orilla sur del Mediterráneo. La gente está saliendo a la calle no pastoreada por partidos políticos, sino acuciada por el hambre y en defensa de su dignidad tanto tiempo pisoteada, primero por el Occidente colonial, luego por los regímenes que lo sustituyeron. Y la presencia de la gente joven, varones y mujeres, de éstas, unas veladas y otras descubiertas, es otro motivo de regocijo. Cuando la gente pierde el miedo, son los dictadores quienes empiezan a padecerlo, ha dicho alguien. Y todo ello pese a la violencia que desatan quienes defienden el status quo frente a la actitud pacífica de los manifestantes. Y también pese al silencio vergonzante de los vecinos europeos del norte, la U.E., tan democrática ella.
Y parece contagioso: primero Túnez, luego Egipto (con sus dos momias depuestas y con los caudales que robaron inmovilizados por los bancos), ahora Bahréin, Yemen, Libia...

Y para el día 20 de febrero Marruecos. Y eso a pesar de presumir de un régimen democrático, con Parlamento y Constitución. La gente está harta de desigualdad, opresión, corrupción, nepotismo...Y van a salir a las calles el domingo. Desde aquí me sumo, con estas líneas y dando publicidad a este vídeo, precioso documento, a lo que espero sea una manifestación de orgullo y lucha pacífica por la libertad y la justicia. Inch Allah'.
José Manuel Mora
Comentarios
Un abrazo
Fermín.
Veo muy, muy difícil que en un país como Marruecos, donde el 80% de la población es rural y no tiene acceso a internet ni al mundo globalizado, el común de la población se atreva a buscar un cambio sustancial en la política de su país, y lo que es peor, que lo quiera realmente.
Alee, saludos!!