Documento revolucionario, el libro

Unas risas

Para los que somos "migrantes" al planeta de lo digital, no para los ya "nativos", entre los que tal vez se encuentre alguno de mis improbables lectores, el asunto de los libros electrónicos, de las tabletas (me niego a escribir i Pad porque desconozco su significado) y demás artilugios, puede resultar tan incomprensible como este otro ejemplo que propongo. La actitud de los monjes medievales que aparecen en el vídeo adjunto, en sus scrptoria ante la novedad de los códices, frente al uso consuetudinario (¿qué demonios querrá decir "consuetudinario"?) de los rollos de pergamino, puede asemejarse a la que muchos de nosotros manifestamos ante cualquiera de esos chismes.



http://www.youtube..com/watch?v=QJvvgJKXCOI (lo pongo así también por si no se abre desde la ventana siguiente)

El vídeo es cortesía de mi ex, Manuela, desde la biblioteca de Algorfa. De a chavo el blog que lleva pa'lante esta mujer.

El otro día tuve en mis manos por primera vez (ya sé que puede resultar antediluviano mi retraso) una de esas tabletas. No salía de mi asombro, todo me parecía mágico: desde su uso "digital" (las comillas hacen referencia a la utilización de los dedos, no de los dígitos, aunque etimológicamente sea lo mismo) hasta la multitud de aplicaciones que alberga: visuales, sonoras, conexión a la red, almacenamiento masivo, camaritas incorporadas, puertos USB...qué sé yo. Al final, para volver a lo conocido, intenté resumir "aquello" con un "Bah, pues no es más que un ordenador pequeñito"

Ahora parece que incluso las hay, para mayor desconcierto de los letraheridos, que decía Umbral, con la opción de puntero que permite escribir como antiguamente se hacía en las libretas escolares. Eso sí, valen una pasta. ¡Qué cosas!

José Manuel Mora