O de terror, no sé
Vaya por delante que no entiendo de economía. Soy de letras. ¡Qué antigüedad! Y resulta que desde el propio título se nos sitúa en un metaleguaje, el de la gente que se mueve con soltura en los "mercados". Así pues, no se espere de esta reflexión ningún análisis experto, sino sólo el de un espectador de cine.
Margin call es la primera película del también guionista J.C. Chandor, del año 2011, ya con una cierta perspectiva en relación con los hechos que se nos presentan, del año 2008, el inicio de la crisis en la que estamos inmersos, por no decir sumergidos, ahogados. En estas páginas ya di cuenta de otra peli sobre el mismo asunto: la enormemente didáctica Inside job. Ésta era de tono documental. Pero la que comento hoy se mueve en el relato fílmico. Los enterados dicen que para entender lo que sucede, sea esto en cualquier campo, hace falta que se convierta en relato. Pues bien, esto es lo que aquí se intenta: contar desde la ficción, pero con los elemntos suficientes para aproximarse a lo ocurrido. Y lo que le ha salido al director se mueve entre el thriller y el género de terror.

El más siniestro de todos los personajes es el que se sitúa en la cúspide de la pirámide de un banco de inversión, de esos que llegan en helicóptero y que pide que se le explique lo que sucede como si fuera un niño.
La simplificación que uno de los jóvenes listísimos (Zachary Quinto) de la empresa le plantea, puede servir para que nos hagamos una pequeña idea de lo que está ocurriendo. Y sobre todo, su reacción, de una frialdad extrema, nos da idea del género de son of a bitch (por decirlo finamente) ante el que estamos. Jeremy Irons es capaz de hacer que se le hiele la sangre a sus subordinados, y a los espectadores, con sólo alzar una ceja o romper un lápiz.
Pero el director no carga las tintas presentando a un hatajo de malvados de manual. Entre los que trabajan en esta empresa hay gente con sentimientos, con dudas sobre lo correcto o no de sus decisiones, conscientes de las consecuencias que ellas comportarán para quienes trabajan en la firma y para quienes fuera, es decir, el común de los mortales, no saben lo que se les viene encima. Ese papel lo borda Kevin Spacey, como ya nos tiene acostumbrados.




Todo ello, como en una tragedia clásica, con sus tres unidades cumplidas casi a rajatabla: de acción (la quiebra), de tiempo (un día con su noche y la mañana siguiente) y de espacio (el edificio de la firma). No hay salida. "Recordad este día, chicos" les dice Spacey a sus subordinados, antes de que se dé la orden de venta (para forrarse ellos, claro) que pondrá todo patas arriba. Y hasta hoy . De miedo. Ya digo. Y si se puede ver en V.O. mucho mejor. Pillad por ahí el tráiler oficial y lo escucharéis como se debe.
José Manuel Mora
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