¿Una de espías...?
Como no me pagan por estas líneas, sino que son un divertimento, puedo mostrar a las claras mis filias y mis fobias. Los ya no tan improbables lectores, (Groningen, insisto, Jalisco, Milán, Lima, ¿?) han tenido ocasión de comprobar que no todo me gusta y no de todo entiendo. Una de mis innumerables lagunas lectoras está en mi alejamiento consciente y voluntario de la novela negra o de la de espías. Reconozco que no he leído a la Highsmith, ni tampoco a Simenon, y lo que podría ser más grave en el caso que nos ocupa, tampoco a Le Carré, en cuya novela se basa el film que comento.
Ambientada en 1973, fecha pleistocénica para muchos de los posibles espectadores, la acción se desenvuelve en un momento de plena Guerra Fría, el constante y sordo enfrentamiento entre el este y el oeste, entre el imperio soviético y el formado por las potencias ganadoras de la confrontación mundial. Es un mundo de misiones secretas, de códigos cifrados, de espionaje y contraespionaje, de luchas intestinas entre quienes dirigen todo el entramado, con afán de ganar "mercado" ante los políticos, con luchas por cuotas de poder o sometimiento a determinadas áreas de influencia. Un mundo en el que casi todo se puede comprar o corromper, en el que la traición al propio país o al proio grupo humano es siempre factible. Y en medio de todo ello la posibilidad de la existencia de un "topo", de un agente doble que pasa información al enemigo.
Y a este conflicto le toca hacer frente a un espía jubilado antes de tiempo por desavenencias internas: G. Smiley. Nada que ver con la figura de los habituales 007. No hay glamour, no hay acción desatada, ni erotismo venga a cuento o no. Todos estos hombres, porque se trata de un mundo de varones casi exclusivamente, viven para su obsesivo trabajo. No parecen tener familia, ni intereses ajenos a su actividad, y si tienen vida privada queda supeditada a las necesidades del servicio. El tal Smiley es contemplativo, de pocas palabras, de mirada penetrante, casi oculta tras los cristales de unas gafas cuya montura la oscurece más. Se trata de ir engarzando las piezas del rompecabezas para que vaya teniendo sentido, aunque luego pueda estallar entre las manos de quienes lo montan.



José Manuel Mora
P. S. Me he permitido poner el tréiler en V.O. para escuchar a los actores. Da igual que no se entienda. Hay que verla entera. Y aún así...
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