Las bibliotecas públicas y la política

Temporada de recortes

Como saben bien los estudiantes (voy a ser políticamente incorrecto: se trata de un masculino inclusivo; interesados, vid la discusión de BOSQUE, Ignacio. "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer". En El País Domingo, 04.03.12) del MBAD, desde antiguo las bibliotecas venían asociadas al poder, bien en su forma religiosa o política. De hecho los primeros bibliotecarios eran sacerdotes y por tanto, el conocimiento que aquéllas albergaban era cuestión de iniciados. Hay que esperar a la época romana para encontrar a patricios que comienzan a albergar rollos de forma privada, en general como muestra de poder económico. Los letrados eran cuatro.

En la E. M. los conventos (nuevamente monjes, recuérdese El nombre de la rosa) y las universidades detentan el monopolio de los saberes, siempre controlados por la Iglesia. Son sobre todo los magistri quienes tienen acceso a esos saberes y los dosifican desde la cátedra. Los alumnos (aquí no es inclusivo, sólo los varones asistían a las clases) tenían bastante con tomar apuntes de la lectio expuesta por el que sabía. La imagen que viene a continuación muestra bien a las claras que ésta del Palacio de Sta. Cruz, en Valladolid, se encontraba bajo el patrocinio de un cardenal.


Durante el Renacimiento italiano, son los príncipes (sean éstos laicos o eclesiales), que ejercen de mecenas, quienes comienzan a coleccionar libros, bien manuscritos o ya impresos, y quienes los catalogan, ordenan y conservan (G. Naudé sería el encargado de la del cardenal Mazarino). Es una forma más de mostrar su poder. Sin embargo algunos deciden abrir las puertas de estos templos del saber durante algunas horas, claro que no a todo el mundo. La que viene es la entrada a la Biblioteca Palatina de Parma, en Italia. La incipiente burguesía necesitará del conocimiento que albergan para formar abogados, médicos, geógrafos...

Con la llegada de la Ilustración, los reyes comienzan a conformar las bibliotecas reales, germen de lo que luego serán las futuras bibliotecas nacionales al llegar el s.XIX. Pero antes, durante el XVIII, en Gran Bretaña, se crean las primeras sociedades para proporcionar lectura a sus abonados: las book society, que proporcionaban bien un asiento con derecho a leer, o bien libros en préstamo. Fueron imitadas en Francia e incluso en España, con las Sociedades de Amigos del País y llevadas con éxito a EE.UU. Son el germen de lo que en el futuro acabarán configurando las bibliotecas públicas.

Se toma conciencia, por parte de los poderes políticos, de que estas bibliotecas pueden constituir una herramienta impagable, en lugares donde no hay otros medios, para que la gente pueda tener acceso a saberes que pueden ayudarles en el ascenso social y en la mejora de sus estándares de vida. Por ello se dotan con fondos de manera regular y de la presencia de un bibliotecario, pagado por el Estado, que irá teniendo cada vez más una formación especializada. Con una progresiva extensión de la alfabetización, suponen la democratización del conocimiento y su puesta al alcance de cualquiera que esté interesado en él. La foto siguiente corresponde a la Biblioteca Pública de Viadana, un pueblecito de 20.000 habitantes en la Emilia-Romagna, Italia. Abierta mañana, tarde y noche, atendida por expertas, con tesoros de bibliofilia, acceso a internet gratuito, cursos de animación a la lectura...todo lo que se puede desear.

¿Por qué traigo todo esto a colación? Porque primero empezó a hablarse de la posibilidad de sustituir a los bibliotecarios españoles ( si no a todos, a algunos) por voluntarios que realizaran trabajos para la comunidad, y hoy leo en la prensa que en mi pueblo, Alicante, de casi 300.000 hab., empiezan a cerrarse algunas de ellas, curiosamente las de los barrios más desfavorecidos y que, precisamente por ello, serían los más necesitados. Se trata de decisiones del Ayuntamiento que nos des-gobierna y que vienen avaladas por la famosa crisis. Los políticos establecen sus prioridades (v. gr. Volvo Ocean Race) y meten la tijera. Se reducen los horarios de apertura, no se aporta la parte correspondiente que la Generalitat debería poner sobre la mesa junto al Gobierno central y se pierden millones de euros para reponer fondos... Claro que si la sanidad y la educación están abocadas a una privatización progresiva que hará que las disfruten quienes puedan pagárselas (como decía Mingote en un chiste impagable entre dos beatas "Al cielo, lo que se dice al cielo, iremos las de siempre"), siendo servicios de mayor prioridad, no es extraño que se considere un lujo prescindible la existencia de las bibliotecas que con tanto trabajo se pusieron al servicio de los ciudadanos. Convendría no olvidar estas actuaciones cuando se nos llame de nuevo a votar.

José Manuel Mora

P.S. Y no sólo las bibliotecas; los archivos experimentan las mismas dificultades y el Arxiu del Regne, el más importante de la Comunidad Valenciana y que el alumnado (colectivo inclusivo de varones y féminas) del Módulo visitaba en mis tiempos con gran satisfacción ante la magnífica labor que en él se lleva a cabo, no permite el acceso en línea a los fondos documentales que alberga, al contrario de lo que sucede en otros de menor importancia en el resto de España. Y eso que sus técnicos llevan introduciendo datos con sucesivos programas informáticos, con la consiguiente y previa inversión en los mismos. País, que diría el Forges.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
José Manuel, muy bueno este artículo. Totalmente de acuerdo.
Fermín.