Los idus de marzo

Alta política y bajas pasiones...

Esta vez no es necesario presentar al director, Georges Clooney, aunque seguramente sea sufama como actor la que le precede. De su trabajo tras la cámara ya le vi la excelente Buenas noches y buena suerte, que se atrevió a filmar en un estupendo blanco y negro y con una fotografía que quitaba el hipo. Él se reservó un pequeño papel. Nos llega ahora ésta, Los idus de marzo (The Ides of March).

Tal vez convenga recordar que los idus eran, en el calendario romano, una fecha concreta hacia mediados de los meses impares. Y fue para esos días para los que se le pronosticó a Julio César algo nefasto, que luego resultó ser su asesinato. De hecho el propio Shakespeare, en su obra homónima, los cita con la famosa advertencia al césar: "Guárdate de los idus de marzo". El film se sitúa en la precapaña electoral estadounidense, durante unas reñidas primarias por el estado de Ohio, que decidirán el nombre del candidato demócrata que luchará por la presidencia de la nación. Y es sabido que, en ellas, el famoso supermartes suele ser definitorio para descartar precandidatos.

Desde una de las primeras escenas una experimentada periodista advierte al auténtico protagonista de la historia, que ejerce como jefe de prensa del candidato, un cada vez más afianzado Ryan Gosling y de quien hace poco que elogié su trabajo en Drive, que a los idealistas como él los políticos acaban decepcionándolos. Así pues la película plantea un tema que está de rabiosa actualidad a ambos lados del Atlántico y que parece cada vez más moneda de cambio entre aquellos que ejercen dicha actividad: la lucha por el poder y por la influencia sobre quien lo ejerce; los sapos que están dispuestos a comerse quienes quieren seguir en la carrera, lo corruptos que pueden llegar a ser personajes cuyo ideario uno suscribiría sin mucho esfuerzo.

Y en esa lucha van quedando en evidencia poco a poco todos los personajes. La integridad, la lealtad, la dignidad que dicen defender pasan a un segundo plano cuando de lo que se trata es de mantenerse en la carrera. Y ahí están los veteranos P. S. Hoffman (cada vez más gordo y más grande actor), M. Tomei, la periodista dispuesta a todo por una primicia, P. Giamatti, atento a poner el caramelo envenenado al alcance del pardillo, que dan verosimilitud al entramado. Es cierto que, en un momento dado del extenso metraje, se produce un giro algo melodramático, que consigue hacer trastabillar incluso al candidato, papel que se ha reservado el propio Clooney. Hay que decir que él firma el guión junto con G. Heslow, a partir de una obra de teatro de un tal B. Willimon. La peli está rodada con buen pulso y cuenta con una excelente elipsis de un minuto a plano fijo, anticipada por el personaje que la provoca "¿Tienes un minuto?" y de cuyo contenido nos enteramos tan sólo con la actitud corporal de Hoffman.

Siendo un demócrata convencido, Clooney no juega al maniqueísmo y pone en evidencia a quienes dicen defender los mejores ideales: los viejos, porque están de vuelta de todo, los jóvenes, porque descubren las reglas del juego y deben aprender a mentir y a chantajear si quieren seguir en el pugilato. Es interesante verlos hablar ante la prensa, sabiendo lo que sabemos de ellos. No sé si el actor/director se inscribe con su película en la corriente de decepción y descreimiento que va pesando cada vez más sobre el sistema democrático. Los que tenemos edad para haber conocido una dictadura es posible que pensemos que tal vez la democracia no sea un sistema de gobierno perfecto, más bien "el menos malo de los que conocemos" y que lo necesario será hacer política de otra manera, más que no hacerla o dejarla en manos del "mercado", abstracción que nos gobierna en la actualidad, como se puede ver con sólo echar un vistazo a la prensa del día.

José Manuel Mora.

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