No, de Pablo Larraín

Cine político, del bueno...

Ya hay gente que me ha puesto falta por llevar más de dos semanas sin colgar nada sobre cine. Se han juntado varias cosas: una cartelera poco atractiva, el haber empezado mis clases en la Universidad Permanente ("L'Italiano in musica", nada menos, con la genial B.Patané) y los ensayos preparatorios del concierto en el ADDA con la Coral del Vinalopó. No se puede estar a todo. Y, sin embargo, desde que leí sobre la peli que voy a comentar, sabía que acabaría yendo a verla. La suspensión del ensayo de hoy por enfermedad del mestre (Àngel, cuida't) me lo ha permitido por fin.


Habrá que confesar que no sabía de la existencia del chileno Pablo Larraín (Santiago, 1976), director, guionista, productor y además multipremiado. Pero sí sabía alguna de las peculiaridades de su filme, NO. En primer lugar, que se basa en una historia del novelista Antonio Skármeta, de quien con tanto gusto leí El cartero de Neruda (también notable película). En segundo lugar, que trata un tema enormemente atractivo, a pesar de los años transcurridos: el golpe militar contra el Presidente Allende fue algo que marcó a toda mi generación. Que después de 15 años de sangrienta dictadura, Pinochet se viera en la tesitura de convocar un plebiscito para permanecer en el poder,  y que la peli tratara de este asunto, la hacía aún más atractiva. Y que además hubiera sido seleccionada como candidata al Oscar como mejor filme de habla no inglesa le añadía morbo, aunque habiendo visto Amor, con la que rivalizaba, sabía que tenía la carrera perdida. Después de la concesión de los premios mi intuición se ha visto confirmada.


Hay alguna otra peculiaridad en esta cinta, como el hecho de que esté rodada en el soporte de vídeo U-matic, muy de moda en los años 80, lo que proporciona unos colores y una fotografía muy particulares. Ello le permite al director incluir imágenes televisivas reales del momento, filmadas en el mismo formato, sin que desdigan con el resto de lo rodado. Por otra parte le confiere a toda la obra un aire de época muy especial, complementado con el atrezzo y la peluquería adecuados. La ganadora del oscar era también cine político (Argo, comentada en estas páginas), pero de tono y factura jolivudenses.  Hay aquí sin embargo cuestiones más interesantes que el mero resultado del plebiscito, que sabemos de antemano.


El protagonista, un correctísimo Gael García Bernal, al que le sigo la pista desde Amores perros y Diario de motocicleta (además de ostentar el marchamo de "chico Almodóvar" con La mala educación), ejerce de publicista comercial, pero se le plantea el reto de diseñar la campaña a favor del "No" contra Pinochet. Y sus ideas no surgen de la necesidad de asentarse en la historia del horror cuya página se quiere pasar, o en la ideología pura y dura de los partidos más radicalizados, sino en cuestiones de márquetin: a quién va a dirigirse la campaña, en qué horario se va a visionar, qué colores o qué música serán los  que ejerzan mayor atracción sobre los renuentes, dubitativos y amedrentados posibles votantes, cómo contrarrestar los mensajes de los partidarios del "SI", que daban la elección por ganada de antemano ("La derecha no va a convocar una votación para perderla", se dice en el tráiler).


Y fruto de una auscultación de lo que la calle siente y quiere esccuchar, y de los recursos empleados para diseñar la campaña de una bebida espumosa aplicados a la propaganda política, además de lograr que la gente del espectáculo se decante por la opción del "NO",  y al tiempo siendo capaces de superar la presión ejercida desde los jerifaltes pinochetistas, la marea ciudadana va experimentando lo que puede ser vivir una votación en libertad y cómo esa libertad reclama más libertad todavía, hasta conseguir dar con el "pinocho" en el cubo de basura de la Historia. Todo muy bien filmado, pero con una única pega, el puñetero acento chileno de los actores, cerradísimo, hace que se pierdan algunas frases. Nada del otro mundo. La peli vale su visionado.

José Manuel Mora.




Comentarios

manipulador de alimentos ha dicho que…
Tengo que confesar que me daba pereza ponerme a ver 'No' de Pablo Larraín. Ya sabéis, Pinochet, la dictadura, con todo respeto, como que ya me lo sabía todo. Al estilo de las pelis españolas de la guerra civil. Ha sido una grata sorpresa. Entretenida, al estilo de 'Argo', con un 'look' extraordinario de esos años 80 y unos créditos magníficos. Más que recomendable. Un saludo!!!!