Impresiones sobre Polonia

 A quien pueda interesar

Antes de que el tiempo ejerza su labor de zapa sobre mi cada vez más mermada memoria, quiero dejar aquí constancia de algunas de las impresiones que me fueron asaltando en mi visita a la antigua Silesia, la Polonia suroccidental, en concreto a las ciudades de Wroklaw (Breslau para los alemanes, Breslavia en castellano que a mí me suena un poco anacrónico) y Poznan, con motivo de que el coro de la Universidad de Alicante fuera invitado a participar en el certamen Universitas Cantat, organizado por la Universidad Adam Mickiewicza de esta segunda ciudad, junto con doce corales más. 


Al final acabamos cantando juntos el estreno mundial de una pieza en latín, Origo Mundi, dirigida por su compositor, Jacek Sykulski. Aquí dejo el enlace de la tercera parte, Natus Homo, la más immpactante: https://www.youtube.com/watch?v=uLDqLofwvrk&feature=player_embedded,  para aquellos posibles curiosos musicales.
Y lo primero que llama la atención es un comportamiento ciudadano que aquí no se observa con frecuencia: el respeto por las señales de los semáforos y el respeto por los abundantes ciclistas. 


Luego a uno le explican que hay severas multas para quienes se saltan las reglas de tráfico. Y entonces tampoco se acaba de saber si la prácticamente total ausencia de mendigos en las calles se debe de igual modo a directrices municipales con sus correspondientes penalizaciones. Desde fuera el nivel de vida de las gentes se ve similar al nuestro, al menos en estas dos ciudades. No sé en el campo o en otros lugares. Sin embargo, en las personas mayores, mayores que yo, quiero decir, en su ropa, en su actitud externa, creo ver un aire que me recuerda al que observé en Hungría en los años 70, o los de la URSS (¡qué antigüedad, la URSS!) en el 88. Sencillez, bolsas de plástico en las manos, como prestos a cargarlas con lo que encuentren.... El salario mínimo interprofesional está todavía en torno a los 440€ y el salario medio cerca de los 700. El paro no es tan escandaloso como aquí, el 15% sólo. Así que también hay gente que se va.


Y ello junto con gente que se podría ver en nuestras latitudes, como las de la foto de la derecha. Por cierto que ésta última me da pie a otra de las cosas que llaman la atención: la renovación arquitectónica que se está produciendo, y no siempre conducida con buen gusto. Parecen tener la fiebre que nos embargaba aquí en los años 80. Seguramente el dinero de la UE en forma de subvenciones no es ajeno a ello; es evidente en la construcción de autopistas, túneles para los trenes en el centro de la ciudad, o restauración de los edificios más emblemáticos. Pero los contrastes se hacen evidentes de forma constante: quedan muchos edificos que parecen escapados del túnel del tiempo comunista: bloques sin gracia, apagados, que no han tenido ni el mantenimineto ni el cuidado necesarios.


Y menos mal que se construyeron todos esos mamotretos acabada la II Guerra Munidial. El 80% de los edificos de ambas ciudades había quedado destruido. La ubicación geográfica suele jugar malas pasadas a los países. Su centralidad en el continente europeo hizo que fuera codiciada desde pronto por los suecos al norte, los rusos al este, y los alemanes al oeste. Durante la contienda primero la arrasaron las tropas nazis para incorporar al Reich un terreno que consideraban propio, y luego hicieron lo propio los soviéticos en su avanace hacia Berlín. En ambas ciudades hay fotos en las paredes de los monumentos, que recuerdan cómo quedaron. Así que a veces uno tiene la sensación de moverse en un vasto decorado. Las casetas de la feria de S. Juan acrecentaban la sensación de "tinglado".
 

Es cierto que el día que llegué a Wroklaw era un domingo veraniego y que las gentes habían tomado las calles cargadas de niños y bicicletas. Hay muchas zonas peatonalizadas, un gusto. Sin embargo, al observar el plano de la ciudad con el que me orientaba, llamaba poderosamente la atención el número elevado de iglesias que sembraban el centro de la ciudad, y más aún el que, al asomarme a ver su interior, comprobara que estaban a rebosar, y no de gente mayor, sino también de gente joven. Con consagración sacerdotal incluida, o manifestación dominguera de católicos con cánticos y rezos, que reclamaban libertad de expresión (?! Tienen sus emisoras específicas de radio y televisión).


Y no sé, porque mi preparación del viaje no la hice tan a fondo como debía, pero creo que en eso tiene que ver también la Historia. Un país con el mayor número y porcentaje de judíos de Europa (vid. el comentario del libro Vecinos, de J. Gross en estas mismas "páginas"), también con el mayor extermino de los mismos; un país que se situaba en la órbita alemana, al menos esta zona (Berlín queda más cerca que Varsovia, la capital), y por lo tanto, en tiempos, protestante. Tal vez su acendrado catolicismo actual, como una seña de identidad más, se deba a una forma de autoafirmación frente a los alemanes, y frente a los soviéticos que lo prohibieron. La Compañía de Jesús en el periodo barroco, también hizo lo suyo y lo de Wojtyla acabó de arreglarlo. Y sin embargo, entre los jóvenes también, según nuestra universitaria guía, el desapego es cada vez mayor.



Un apunte sobre los ferrocarriles: ¿no tiene este vagón del tren que tuve que tomar, el aire de los nuestros en los añaos 70? Pues si a ello se añade su "velocidad", acaba resultando más soprendente todavía. El trayecto que realicé entre las dos ciudades citadas, 160 km., era cubierto en tres horas y cuarto, y eso que era el tren más rápido (es cierto que, en contrapartida, el precio era de 8€). Iba parando en todas la estaciones intermedias. También éstas tenían un tufo a postguerra importante. Vid. supra, que le dicen.



Y, aunque de las bibliotecas hay preparada una entrada específica, no quiero acabar sin hablar de los museos, que pude visitar mientras afuera diluviaba. El de Wroklaw se hallaba ubicado en un viejo edificio neogótico, de finales del XIX, bastante bien conservado y acompañado por el río Oder, que se dedica a dividir la ciudad, al menos la parte vieja, en innumerables islas. En él se guardaban obras de pintores y escultores polacos (riquísima la colección de tallas góticas de la Silesia), como es natural; los más modernos en las buhardillas, entre vigas blancas en diagonal, pero también alguna joya de pintura europea. Ya sé que con la siguiente comparación, jugamos con ventaja, pero ambos me gustaron.


También el de Poznan tenía como sede una edificación finisecular, a la que no le habían lavado la cara. El color sucio de la piedra hacía que el edificio pareciera más cutre de lo que en realidad era. A ello se añadía que se le había practicado una ampliación de líneas claras, que resaltaba la diferencia de los dos módulos pero que, al ser tan evidente, no "cantaba". Su interior era luminoso, la luz natural entraba a raudales sin perjudicar las piezas; amplio, con espacio suficiente para que las obras respiraran.


Aquí la presencia de artistas polacos era abrumadora, aunque podría realizarse asímismo el correspondiente paralelismo.Esta vez sustituyo a Velázquez por Boticelli. Y de los nombres autóctonos, entre su endiablada forma de escribirse y mi desconocimiento, los dejo lamentablemente en el anonimato, subrayando que había piezas muy interesantes. Me apetece señalar la ausencia de trabas para fotografiar o filmar, que en Florencia hace un mes eran constantes. Las vigilantes, la mayoría mujeres, leían. ¡Ah!


Y para cerrar esta entrada, que etiquetaré en "Actualidad", ya que no tiene que ver con ninguna otra de las etiquetas que se crearon en mis tiempos profesorales, no quiero dejar de colgar una última foto del ensayo general de la pieza arriba citada, en ese "marco incomparable", que es el Aula Magna de la UAM de Poznan. Espero no haber aburrido demasiado y, a lo mejor, incluso he despertado las ganas de visitar al menos estas dos ciudades.


Por ahí ando yo, entre los tenores: fondo izquierda, arriba; perdonad que señale con el dedo. Impresionante la experiencia colectiva. Como dijo el director, estábamos siendo co-autores. Al estreno formal no me pude quedar por culpa de los trenes polacos.

José Manuel Mora.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy interesante, Jose, y también todos los videos del feisbu. Ya solo falta que nos pases las fotos del dia de la isla para ponerle la guinda al pastel

origo mundi!!!!

Ana Wonder