El lobo de Wall Street, de Scorsese

 Codicia, testosterona y drogas

Alguien podrá preguntarse para qué un comentario sobre la peli que encabeza esta entrada, cuando por ser el director quien es, y por el lanzamiento que ya se encargan los de "jólivu" de hacerle, no necesita más promoción. Ya he dicho en alguna otra ocasión que estas líneas pretenden ser un aide-mémoire de lo que veo, leo visito, para que pasado el tiempo recuerde lo que hice y la impresión que me causó. El lobo de Wall Street, dirigida por Martin Scorsese no necesita pues más presentación, y sin embargo, aquí dejo lo que me ha parecido. 


Con Scorsese me pasa que, a pesar de seguirlo desde Alicia ya no vive aquí, de 1974 nada menos, no siempre me gusta. Su cine es potente pero no soporto cuando se enfanga en la violencia, muchas veces gratuita y excesiva, como me sucedió con Gangs of New York, 2002 Sin embargo en otras ocasiones me emociona (New York, 1977), me divierte ( After hours, 1985), o me conmueve (La edad de la inocencia, 1993).Lo que está claro es que suele partir de planteamientos que le interesan, cercanos a la realidad que conoce. En esta ocasión ha elegido, para que T. Winter levante el guión, un libro escrito por el que luego es el personaje principal de su filme,  Jordan Belfort. Su vida creo que se resume bien en las tres palabras que encabezan la entrada. Y aunque parece que son las dos últimas las que atraen con más fuerza al público a las salas, a mí me ha interesado más el retrato de la primera en el inicio de la peli y al llegar a su final.





Está claro que setentón y todo el director tiene el mismo nervio de siempre a la hora de rodar, y no me refiero tan sólo al ritmo que imprime a las secuencias (aunque hay un trávelin de ida y vuelta sobre las cabezas de los empleados que quita el hipo, por poner un único ejemplo), ni a la energía que sabe sacar de sus intérpretes, sino a la garra con la que presenta a estos agentes de bolsa ávidos de dinero y cuya filosofía resume el personaje de Matthew McConaughey durante la comida inicial con el novato: "todo consiste en  hacer pasar el dinero desde el bolsillo de losclientes al nuestro" y no admitir un "no" por respuesta a la hora de colocar acciones. Para ello tal vez sea necesario beber y colocarse hasta las cejas y masturbarse dos veces al día, pero sólo así se consiguen resultados. 


El asunto de la Bolsa no deja de ser algo inmaterial, aunque para los que se enriquecen con ella sea bien real y para quienes sufren las consecuencias de los engaños y las presiones de los famosos brokers dolorosamente. El protagonista me ha recordado a la figura de Bernard Madoff, el de la estafa de estructura piramidal y a tantos otros que hicieron dinero rápido a costa de otros ("Vendíamos basura a los basureros") y gracias a que las grandes firmas bancarias daban toda clase de facilidades para sus manejos hasta que se produjo el derrumbe de Lehman Brothers en 2008, que nos ha traído hasta donde estamos.Pocos de los grandes magnates financieros acabaron como el protagonista; la mayoría goza de retiros dorados gracias al dinero de sus indemnizaciones puesto a salvo en paraísos fiscales. Como hace en la cinta el banquero suizo interpretado por J. du Jardin de forma espléndida. ¿No suena todo ello muy nuestro también?: Bárcenas, los administradores de la CAM o de Bankia, por poner sólo unos ejemplos...


Los discursos que se marca el tal Belfort ante sus empleados, impregnados de auténtico furor (inmenso Di Caprio, que ya ha trabajado en otras ocasiones con el director),  son dignos de la oratoria nazi y suponen una "comida de tarro", que se decía antes, de mucho cuidado porque, como él sabe bien, no sólo los potenciales clientes quieren ser ricos, sino los que les intentan vender la moto: véndedme este bolígrafo, les dice; para ello me tendréis que crear la necesidad de comprarlo, así de simple. Quienes compran no consiguen ganancias inmediatas, puesto que son convencidos de que reinviertan, pero los brokers sí obtienen un porcentaje de cada venta, y son compensados con mucho sexo y mucha droga para que se mentengan arriba. Hasta que todo estalla. (V. vídeo a continuació).



Además de comenzar con un salto atrás, Scorsese apuesta por los comentarios directos a cámara, a los espectadores, de lo que está sucediendo o por suceder, además de por una técnica divertida que consiste en escuchar lo que los personajes están pensando aun sin decirlo, lo que supone un contrapunto tronchante. Magnífica la secuencia en el banco suizo. Todo ello con un montaje milimétrico de toda la historia, que mantiene el interés de forma constante a pesar de las tres horas de duración. El resto de los actores me es completamente desconocido y, como suelo apuntar, tal vez por ello me resultan más creíbles: Jonah Hill da una réplica perfecta a los excesos de Di Caprio.


También la bellísima Margot Robbie, a quien creo que tampoco había visto, pasa pronto de ser una mujer florero a pretender controlar su propio destino, aunque algo tarde. Cine pues tepidante, de denuncia, aunque no sea lo primero que se ha propuesto el director, me parece, y además entretenidísimo. Por cierto, con esto del día del espectador a 3'90€ el cine volvía a estar lleno. 

José Manuel Mora.





Comentarios