Breaking Bad, de Vince Gilligan

 Reducción al absurdo... et pourtant

Pocas realidades están más lejos de mí que el mundo de la droga. Sus habitantes, los consumidores, me parecen seres de otro planeta y todo el submundo que mueve los hilos del tinglado no sólo me revuelve el estómago, sino que me provocan una profunda animadversión. No entro en el asunto referente a la libertad de cada cual de destrozarse la vida a voluntad, pero que a partir de esa decisión haya gente que se enriquezca de modo ilimitado, que trafique con armas, que ponga y quite gobiernos, que controle la economía de un país, que consiga que la justicia sea absolutamente inoperativa, que tengan tanto poder para hacer y deshacer a su antojo, me subleva, la verdad. Este pequeño excurso viene a cuento de mi negativa a ver la serie que voy a comentar, a pesar de las recomendaciones efusivas de mi experta seriéfila, Carmen J.  Mi decisión se debía a la lectura de la sinopsis de la misma. Me parecía más de lo mismo, que tantas veces se ha tratado en el cine de Hollywood. Sin embargo, mi osteópata favorito, Antonio B., volvió a insistir durante una sesión de "puesta a punto". Me convenció su argumento: "Aunque pueda parecer de descerebrados toda la serie de acontecimientos, hay en ella una coherencia interna insobornable. Además es descacharrante, una vez que se aceptan los códigos de la misma". 


Que me ponga a hablar de una serie que se estrenó en 2008 nada menos y de la que AMC acabó de emitir su quinta temporada en 2013, no supone un intento de advertir a nadie de lo imprescindible de su visionado (nada menos que D. Javier Marías dice que no le gustó nada; al contrario que Stephen King, que la consideró la mejor de la Historia) sino, una vez más, el querer recordar más adelante una historia que me ha ocupado un buen montón de horas de sofá, del mismo modo que Guerra y paz  me ha llevado un mes de lectura. Breaking Bad fue idea de Vince Gillian, guionista, director y productor de series estadounidense. Una mente retorcida a la par que un creativo impecable y brillante. Además de ser suya la idea general, firma los guiones de algunos de los capítulos, junto a otros obra de Moira Walley-Beckett; además también los dirige. En otras ocasiones encarga esta tarea a otras personas. Varones y mujeres se dedican a poner en imágenes esta descabalada historia y supongo que es el creador el que consigue dar coherencia y unidad estilística al conjunto, aunque es cierto que no todos los capítulos están a la misma altura. ¿A qué escuela de escritura creativa irá esta gente? El virtuosismo de unos y otros logró que la audiencia del final de la quinta temporada duplicara a la de la primera.


El arranque es prometedor: un oscuro y frustrado profesor de química  de un instituto de Alburquerque, ciudad desestructurada en su urbanismo y en medio de ninguna parte en Nuevo México, es diagnosticado de un cáncer de pulmón inoperable. Tiene una mujer embarazada y un hijo adolescente con dificultades motrices por una parálisis cerebral. Es cierto que ante una noticia así hay gente que se sume en una depresión de la que no vuelve a salir. Otros pelean con todos los medios que la medicina pone a su alcance y otros finalmente deciden gastar los últimos cartuchos de la vida viviéndola a tope. Entiéndase aquí "a tope" de manera libérrima. El químico y un antiguo y jovenzuelo alumno suyo decidirán empezar a "cocinar" metanfetamina cada uno con sus propios intereses. No "espoileo" nada. Es el principio. Los problemas que irán surgiendo a la hora de distribuirla, los enfrentamientos con los traficantes que consideran que invaden su territorio (esta parte me traía a la mente la primera temporada de The wire, que aún no he acabado de ver), los cárteles transfronterizos que no se andan con chiquitas cuando de controlar el mercado se trata, la actuación de la DEA (uno de cuyos agentes es cuñado del protagonista para más inri ), los conflictos familiares que irán surgiendo por causa de la doble vida del profesor, la actuación de los inefables abogados estadounidenses, los problemas morales que se plantean cuando hay que usar la violencia con muertes incluidas, lo que seguramente nunca había pasado por la cabeza de los protagonistas... van creando un entramado de una complejidad extrema. El contacto con ese mundo tan conflictivo irá modificando la rectitud de planteamientos del antaño sensato profesor, irá convirtiéndolo en un hombre sin escrúpulos cuando se trata de defender el futuro bienestar de su familia; de ahí la posible traducción del título: "Corrupción", o bien "volverse malo" (me niego a traducir el gerundio inglés por el nuestro, cuando para ellos es equivalente a nuestro sustantivo en muchas ocasiones). El protagonista inicial acaba convertido en antagonista. Los episodios se suceden como auténticos tours de force: cuando los protagonistas se han metido en un problemón que parece inmanejable, acaban logrando salir de él para caer en otro aún mayor, con lo cual la tensión y el suspenso entre capítulos está asegurada a costa de un posible infarto de más de un espectador.


No sé si Gilligan ha leído a nuestro Cervantes, pero el alcalaíno lo dejó prácticamente todo inventado. La duplicidad de protagonistas, la evolución de los mismos con el paso del tiempo y la experiencia, los espléndidos secundarios... todo está en el Quijote. Y aquí. Ya he comentado la evolución del carácter y los valores de Walt, el maduro profesor, hasta convertirse en alguien que dice "Yo soy el peligro", y resulta creíble al decirlo. Pero su exalumno, Jessie, merece párrafo aparte. En las primeras tres temporadas no parecía que fuera más que un niñato de familia bien, drogata y caprichoso, inmaduro y descerebrado hasta la exasperación. La extensión de la serie permite que el propósito de su creador de hacer evolucionar a sus personajes sea factible y además resulte creíble. El ver cómo madura en la cuarta temporada, cómo es capaz de empatizar con sus semejantes, lo convierten cada vez más en auténtico coprotagonista. Por no hablar de la encantadora madre de familia, Skyler, que también experimentará un vuelco en su proceder al conocer los derroteros de la vida de su marido. Y sin olvidar a Hunck, el agente de la DEA, bruto y humano, o al impertérrito Gus, de oscuro pasado, dueño de "Los pollos hermanos",  entre otros negocios; o el granítico Mike, su guardaespaldas; o, para acabar, el inefable Saul, abogado criminilaista, de conducta cuasi criminal, que acabará teniendo una serie protagonizada por él mismo.

 
No sé dónde leí hace poco que la literatura te abre puertas a mundos donde nunca has estado y adonde seguramente nunca irás. Lo mismo se puede decir del cine, la moderna narrativa. Algo así me ha sucedido con esta extensa historia, que recomiendo ver de un tirón (con las pausas necesarias, claro). No sé cómo hace la gente para visionar de año en año cada una de las temporadas. Yo olvidaría la mitad de los detalles, que aquí siempre son importantes. Muchos de los capítulos se inician con un flash-back y otros inccluso con un salto adelante que te sugiere lo que puede suceder o que simplemente te descoloca por no saber a qué viene. Hay otras marcas formales curiosas, como los time lapse (creo que no hay equivalente en castellano) que crean con su rapidez de imágenes un clima onírico; algo que también se consigue con una fotografía en colores saturadísimos, que le dan un tinte casi extraterrestre a paisajes y personajes. Por no hablar de la acertadísima elección de los temas musicales, a veces desde la perfecta adecuación y en otras ocasiones como contrapunto irónico (la ranchera mexicana que anuncia la llegada del cártel no tiene precio). Creo innecesario hacer una mención específica del nombre de los actores. Los desconocía a todos. Sin embargo el protagonista, Brian Craston, se llevó el Emy a la mejor interpretación dramática en 2014. Y Aaron Paul lo consiguió como mejor actor secundario. Ambos me parecen merecidísimos.


Todos ellos destilan verdad y convierten a sus personajes en seres de carne y hueso, reconocibles en sus miserias y en la intensidad de sus padeceres y de sus alegrías. El final me ha parecido más coherente que el que comenté en The killing. La asunción de "su" verdad por parte del marido ante su mujer es redonda y posibilita un mejor entendimiento de este padre de familia tierno, químico ¿gris?, hombre angustiado, humano, demasiado humano. Después de tantas horas dedicadas necesitaré un descanso. No niego que vuelva a caer, aunque esta vez no estaría mal una comedia. ¿Modern family? Seguiremos informando.
José Manuel Mora.
 





 

Comentarios

rodabecker ha dicho que…
Buen análisis sobre una de las mejores series de los últimos años. Comentarte que ya está disponible el "spin off" o precuela de la misma, Better call Saul. Esta vez la trama gira en torno al ácido, corrupto y carismático abogado Saul Goodman, situando la acción seis años antes de Breaking Bad. De momento, disponemos de la primera temporada completa a expensas del comienzo de la segunda, En fín, a los sguidores de Breaking Bad no les defraudará. Un saludo Jose Manuel.