El viajante, de Asghar Farhadi

 Venganza

Es evidente que los comentarios de las pelis que voy dejando aquí los tengo que hacer en caliente. Cuando dejo pasar días tras la proyección, me entra la fiacca, que dicen los porteños y corro el riesgo de no dejar constacia de lo visto, cosa que no sería terrible, dado el gran número de blogues que se ocupan de valorar libros y cintas. Sin embargo a mí sí que se me quedaría una laguna en mi archivo personal, lo que para mi desmemoria galopante sí podría llegar a ser serio. Esto me ha sucedido con este filme que he estado a punto de no comentar, a pesar de ser muy interesante. Sin embargo hoy he visto que sigue en cartel, debido seguramente a que ganó el Oscar a la mejor película en  lengua no inglesa y eso ha ayudado a su permanencia.Así pues me he puesto a la faena. Conviene señalar que el director se negó a ir a recoger el premio en respuesta a la limitación de viajar establecida por el insoportable Trump (no quiero ponerlo en negrita) para los ciudadanos de una serie de países de medio Oriente, entre ellos Irán.


De su director, iraní, Asghar Farhadi, ya hay comentada aquí alguna obra suya anterior, por ejemplo la muy estimable Nader y Simin, una separación (2011, ¡ya!). Volvemos a tener un conflicto íntimo, que se produce en una sociedad contradictoria: por un lado el matrimonio joven, dedicado al teatro y que trabajan en el montaje de la obra de A. Miller, La muerte de un viajante, con una puesta en escena enormemente moderna (la pregunta que se hace el estadounidense a través de Willy Loman, "qué significa ser un hombre", es la que acabará formulándose el protagonista). De otro, la mujer del anciano con su chador, conmovedora en sus lamentos. El hecho de verla doblada produce una sensación de extrañamiento, puesto que parecen personajes occidentales, salvo por el pañuelo de la protagonista. Desde el inicio tenemos una puerta cerrada que no sabemos qué oculta, pero que será la desencadenante del drama. Eso y la elipsis de la agresión inicial nos mantendrá sin saber qué es lo que de verdad ha sucedido, en una suerte de suspense. No parece ser eso lo que importa, sino la reacción del marido, que poco a poco va conformándose como una "simple" venganza provocada por unos celos retroactivos, y que muestra toda su crudeza al final. La venganza se produce fundamentalmente a través de la humillación. "Puedo", pues lo hago, aunque no me ayude ni remedie el mal hecho, porque al final el modélico matrimonio inicial acaba también tocado. El thriller, sin policía de por medio (se niegan a deununciar lo sucedido para evitar el "qué dirán") y el melodrama están perfectamente imbricados. Cada uno parece poseer sus propias razones para actuar y todas se muestran desde un nivel bien humano, aunque las diferencias existentes entre los sexos, los niveles sociales, la cultura resultan evidentes.


La manera de estar contada, desde un guión perfectamente estructurado y que se apoya en los gestos, las miradas, no hace que presenciemos lo que sucede como a través de una cerradura. No necesita a veces más que cuatro paredes y los personajes en el vacío piso abandonado al inicio. La vida cotidiana de los iraníes, que no parecen vivir en el mundo de los ayatollah que la presna nos presenta, a pesar de que sepamos toda la represión en que viven, sobre todo los más jóvenes. La actuación de Taraneh Alidoosti y la de él,  Shahab Hosseini, que ganó el premio a mejor actor en el pasado festival de Cannes, son modélicas, aunque no hay que olvidar la impactante secuencia final con el anciano Babk Karimi, que logra encogernos el corazón aunque no despierte nuestras simpatías lo que hizo. Una vez más una muestra de una sociedad compleja, contradictoria y viva, puesta en bandeja por un realizador que sabe cómo ir apretando el nudo de la angustaia de personajes y espectadores.

José Manuel Mora.










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