When We Rise, de Dustin Lance Black y Gus Van Sant

La lucha continúa

Esta vez sí. Una primicia, puesto que acaba de llegar a las pequeñas pantallas a primeros de este mes de marzo a través de la HBO, aunque se trate de una producción de la ABC. Podría haber sido una película larga, aunque aquí su formato sea el de una serie de tan sólo cuatro capítulos. Quien hizo saltar la liebre fue mi amigo Carlos, seriéfilo empedernido y a la última. Que mi plataforma televisiva incluya ahora los porductos HBO y que permitan la opción de la VOS, da la oportunidad de verla en la pantalla del salón de casa, cómodamente y al ritmo que uno elige. Otro avance. When We Rise (Cuando nos ponemos en pie) es su título y según los créditos se basa en la autobiografía no publicada (dicen que lo hará Hachette en el mes de mayo) del que aparece como uno de los protagonistas en la historia, Clive Jones. El creator que ha trabajado con estos materiales es Dustin Lance Black, escritor de guiones y responsable de los de Milk (2008) y J. Edgar (2011). Trabaja como director y productor, además de ser un activista del movimiento LGTB. Ha dirigido algunos de los capítulos de esta serie y el primero, de dos horas, es resposabilidad  de su colega y amigo Gus Van Sant, quien ya se encargó de dirigir con acierto Milk, con la que recibió el Oscar al.mejor guión.


La historia arranca en 1972, aunque hace referencia inmediata a los sucesos de Stonewall, bareto donde se reunían en Nueva York gays y lesbianas. Un día de 1969 se hartaron de recibir palos de la policía y les plantaron cara. Desde entonces esa fecha de julio se conmemora el día del Orgullo Gay. El activismo del protagonista encuentra acogida en la campaña de Harvey Milk hasta el asesinato de éste. Culmina bajo el mandato de Obama en 2015. Y a lo largo de casi cincuenta años presenciamos la inicial lucha de las feministas, que pelean por algo tan básico como un local donde reunirse tranquilas, hasta las discusiones sobre si la "guerra" de las lesbianas se puede integrar en la más general del feminismo o no. La figura de la abogada Roma Guy es definitoria en todo ese combate y en tantos otros, como el cuidado de la salud pública de los sin recursos en San Francisco, donde está mayoritariamente ambientada la acción. También el del activista negro Ken Jones fue un trabajo duro, desde su posición de marine en la guerra de Viet Nam, en tiempos en que la homosexualidad en el ejército hubiera sido causa de expulsión, hasta tener que pelear por que se acepte su emparejamiento con un hombre blanco (faltaban años para la ley de Clinton, Don’t Ask, Don’t Tell de 1994). Eran años todavía de segregación racial. A todo ello se añade la lucha por conseguir la extensión de los derechos civiles a todos los ciudadanos, sin importar la orientación sexual, la raza o la procedencia. Ahí aparece el asunto de la amiga transexual de Jones. Más tarde, en los 80, pelean contra la devastación del sida, entonces exclusivamente una pandemia gay. El protagonista sobrevivrá gracias a los antirretrovirales, a los que no todos tuvieron tiempo de llegar. Y aún, la maternidad de la pareja de Roma, sin padre conocido inicialmente, el combate por que se acepte a una niña en la escuela con dos mamás, hasta concluir con el reconocimiento por parte del Supremo y del poder político del derecho a las bodas igualitarias con la aprobación de la Marriage Act.


Los creadores de la seie mezclan con sabiduría y precisión las imágines rodadas para la serie con las de carácter documental, sin que apenas se aprecie el paso de unas a otras, gracias a una excelente fotografía. Ello contribuye a la credibilidad de lo narrado. No estamos ante personajes de cartón piedra que tienen que responder a los originales históricos, sino  que se trata de seres de carne y hueso llenos de contradicciones que los desgarran íntimamente. Es cierto que el paso de una época a otra puede resultar en algunos casos algo abrupto y que el cambio de actores hace que se resienta un poco. Sin embargo las tramas personales están perfectamente imbricadas en cada uno de los momentos de la lucha y que siven de ilustración perfecta de lo que supuso el constante enfrentamiento con unas leyes y una situación social injustas. Guy Pearce (del que no me olvido desde su actuación en Memento, 2001) está perfecto como narrador y protagonista de la segunda parte. Su amaneramiento es el justo para no convertirse en una parodia. La aparición de Whoopi-goldberg, con una voz y una presencia poderosísimas da fuerza a las primeras asambleas. Sería muy largo citar a todos los actores y actrices del extenso reparto, a la mayoría de los cuales no conozco. Vale con estos dos. Va de suyo que la banda sonora, la producción y demás elementos técnicos están como suelen en las producciones televisivas últimas.

 
Se podría pensar que todo esto nos queda lejos, tanto como esta vieja fotografía de la Barcelona de los años 70. Pero aquí también se recibían golpes. Aquí también se iba a la cárcel por la "Ley de vagos y maleantes" que servía para ir contra los gays. Aquí también se vivía la discriminación social, laboral, familiar... Es cierto que la sociedad española ha cambiado mucho desde entonces y que la ley del gobierno de Zapatero ayudó a normalizar algo la situación ("¿Normal con respecto a qué? ¿Normal con respecto a quién? y sobre todo ¿Quién impone la norma?" Mis antiguos alumnos, si leen esto, recordarán esta frase tan repetida por mí en clase ante sus exabruptos), junto con la "salida del armario" de actores, escritores, jueces, deportistas (todo en genérico)... Sin embargo los ataques a homosexuales se siguen sucediendo, los coletazos de la reacción, con algunos obispos de la Iglesia a la cabeza, por imponer su visión del mundo siguen ahí. Por no hablar de lo que puede suponer para los EE.UU. la llegada del infame Trump, dispuesto a arrasar con todo lo conseguido hasta ahora en igualitarismo y derechos en aquella sociedad. La miniserie comentada puede servir de guía para no bajar la guardia y saber que si se pelea se puede perder, pero que si no se pelea ya se ha perdido. Keep fighting!
 
José Manuel Mora. 




 



Comentarios