Patrimonio de la Humanidad.
Roberta tuvo que salir temprano a
trabajar. Lorenzo nos preparó un desayuno estupendo en su jardín. Luego salimos
hacia Sabbioneta, pueblecito de apenas 5.000 habitantes, que toma su
nombre de la sabbia, el terreno arenoso donde se asentó, y que fue declarado
Patrimonio de la Humanidad al mismo tiempo que Mantua, de la que dista 35 kms.
Yo ya había estado en dos ocasiones, una de ellas en verano, cuando se
celebraba La notte bianca di Sabbioneta. Las calles del interior del
recinto amurallado en forma de estrella estaban apagadas y en los portales
lucían candelas que daban un aire mágico al lugar. Había teatro de calle, gente
disfrazada de forma elegante, música y fuegos de artificio. Eso sí que no lo he
podido olvidar. Tanto la puerta fortificada de la entrada al recinto,
como el perímetro amurallado hexagonal, de carácter defensivo, resultan
imponentes. Así lo quiso su fundador, otro Gonzaga del s. XVI, Vespasiano.
Lo primero que llama la atención es la galería porticada que se encuentra junto al Palazzo Giardino, construida para albergar su colección de antigüedades y que ahora, vacía, con sus 96 metros, resulta de una perspectiva profunda y armoniosa, acentuada por el trampantojo pintado en su pared del fondo, que le da una falsa continuidad.
En la estructura de cuadrícula de las calles llaman la atención las anillas de hierro sujetas a las paredes para atar los caballos o sostener antorchas en la noche. Llegamos así al edifico que alberga el Comune, que visité en su momento, pero que dejamos de lado porque Sta. Mª Incoronata, cerrada durante mucho tiempo por restauración, era de las cosas que no había visto en las anteriores ocasiones. Y su planta octogonal, relacionada con "el octavo día", el de la salvación, de inspiración bramantesca y de gran altura (38 m. tiene la linterna), con apariencia exterior algo amazacotada por su factura de ladrillo visto, era una invitación a conocer su interior, lugar que eligió Vespasiano para ser enterrado a finales del XVI.
La sorpresa, tras
la sobriedad externa, fue encontrarla profusamente decorada, al estilo del
XVIII, según el gusto de Bibiena, a quien ya cité en la anterior entrada
por su teatro. Son tres niveles, el de las capillas, el de la balconada para
los claustrales y el órgano, y una especie de deambulatorio superior, y el
propiamente decorado, seguido de la cúpula y la linterna. Todo ello deja entrar
la luz en el recinto con la sobriedad necesaria para que sea un lugar de
recogimiento.
Y aunque esta vez preferimos una cervecita bajo los pórticos
y junto a lo más granado del pueblo, (Lorenzo manda), no quiero dejar de citar
el Teatro all' Antica, también llamado Teatro Olímpico, para que
el posible viajero no deje de verlo. Terminado en 1590 por Scamozzi a
petición de Gonzaga, es de los primeros de carácter estable inserto en un
edificio construido ex profeso para representar (el precedente es el de
Vicenza). Posee un escenario con una decoración de falsa perspectiva en
profundidad, una platea de gradas de madera en forma de herradura y una
soberbia galería con peristilo de columnas y esculturas soprepuestas. El lugar
no puede ser más teatral.
Recogemos luego a Roberta y nos llevan a comer
al Chalet da Bortolino. Se encuentra cercano al Po, razón por la cual se
construyó en los años 30 deñ pasado siglo con una base elevada que lo
protegiera de los sucesivos desbordamientos del río. Es casi una nave
completamente diáfana, con ventiladores de aspa y paredes de cristal. El lugar
es claramente popular y el recitado de opciones para comer por parte del
encargado hace que nos resulte imposible recordarlos todos. Acabamos riendo. Risotto,
spaghetti con cipolle giovane, pesce, regado con vino de la zona y
cervecitas artesanales, y por primera vez para mí una frittura di coscie di
rana. Acabamos con un soberbio tiramisù.

Devolvemos a Roberta a su trabajo y nosotros vamos a la casa de los gatos a fare la pennichella. Al despertar nos enteramos que el Capit-ano Salvini ha caído con todo su gobierno. El "Open Arms" atracará por fin en Agrigento. Menos mal. Cuando el sol va tramontando, salimos hacia Reggia di Colorno. Lorenzo asegura que hay unos jardines que merecen la pena y un palacio dieciochesco al estilo de Versalles. Al llegar nos encontramos con que está cerrado. La tarde pueblerina en la plaza, en torno a un café, es de serenidad total. El riachuelo que rodea el palacio, que ahora baja con poca agua, cuando el Po viene crecido y no puede desaguar, se desborda.
La
cena, que casi no pruebo debido al pranzo brutal de mediodía, se
prolonga hasta las tantas hablando de todo lo divino y, sobre todo, lo humano.
La amistad es lo que tiene, y esta pareja es de una humanidad extraordinaria.
Insistimos en pedirles que vuelvan a venir a Alicante, porque les quedó mucho
por ver. Mañana Lorenzo nos acompañará en la visita.
José Manuel Mora.
P.S. Disculpas por el tamaño de letra. No sé a qué se
debe.Y no consigo solucionarlo.
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