Benediction, de Terence Davies

 Guerra y poesía

Si hubiera asistido al preestreno de la peli la semana pasada, este comentario tendría más sentido para quienes quisieran verla. Ahora no sé si se mantendrá más allá del viernes. Y tengo mis dudas. No creo que la poesía atraiga a demasiados espectadores. Se trata de Benediction, filmada por un hombre que se caracteriza por escribir todos los guiones que dirige, Terence Davies, de quien sólo había visto con anterioridad Sunset Song (2015) e Historia de una pasión (2016) sobre la vida de la Dickinson. Estamos ante otro biopic (biografía filmada, para los de francés), de alguien desconocido para mí, a pesar de mi afición a la poesía, un tal Siegfried Sassoon (Reino Unido, 1866-1967). 


Siegfried Sassoon (Jack Lowden y Peter Capaldi en las dos edades del protagonista) luchó como soldado en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. La experiencia debió de ser para él tan traumática que acabó convirtiéndose en un crítico del belicismo de su gobierno, el mismo que lo había condecorado por su heroísmo en el combate. Debió luchar a su vez en una batalla íntima, la de la aceptación de su homosexualidad. Vertió en sus poemas mucho de lo vivido en el frente de batalla plasmándolo con un "realismo sucio", alejado del Modernismo imperante, aunque considerara que "la poesía está en la compasión". Se hizo famoso entre la sociedad londinense, la high class, aquella que postula la famosa frase: manners before moral, que castigaba con cárcel a los inmorales, como le sucedió a tío Oscar. Además de poeta, escribió una obra en tres volúmenes, Trilogía de Sherston, que fue una autobiografía novelada. A pesar de pertenecer a una familia acaudalada, acabó por simpatizar con ideas socialistas tras su contacto en el frente con muchachos proletarios. Su conflicto íntimo se mantuvo vivo a lo largo de toda su vida e intentó asumirlo a base de matrimonio con paternidad deseada y cumplida, y  del sentimiento religioso, católico, que compaginó con sucesivas relaciones masculinas. Otro de los contrastes del personaje es su brillante vida social y su deseo de retirarse al campo.


Y quiero detenerme desde el principio en el guión, bellamente escrito, con réplicas sutiles que retratan a los personajes a la perfección. En ese sentido, la escena con el terapeuta del hospital al que es enviado, me parece brillante, llena de sobreentendidos, incluso de humor, a pesar de lo serio del tema de la conversación. En la cinta se van alternando imágenes de la guerra, filmadas en la época, con poemas y textos escritos por Sassoon y que son magníficamente recitados por la voz en off. El contraste entre la belleza de la palabra y la brutalidad de las filmaciones es impactante. Hay otros elementos sorprendentes, como las transiciones hacia la vejez de alguno de los personajes en un solo movimiento de cámara. La banda sonora está exquisitamente elegida. La versión de Riders in the Sky me ha conmovido. Aunque para conmoción, los dos largos planos finales, el de Owen sin piernas, muerto de frío, mientras escuchamos su poema, y el sostenido por Lowden con una intensidad indiscutible hasta que se produce el oscuro. La lista final de muertos en el conflicto supone el perfecto alegato contra la guerra en estos tiempos en que vuelve a llamar a las puertas de Europa. 

José Manuel Mora.




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