Radical, de Christopher Zalla

Educar

Hacía mucho tiempo que no salía del cine tan conmovido. Hay varias razones para ello. Me une con México, lugar donde se desarrolla la película, un afecto grande, desde que conocí y conviví con dos lectoras de español de allá, en Burdeos, y desde mi visita de un mes por la mitad sur de aquel país. Pero sobre todo por la temática de la cinta, la educación, que siempre fue objeto de mi preocupación profesional. Se trata de Radical, escrita y dirigida por un desconocido para mí, Christopher Zalla, quien al parecer se ha basado en "hechos reales". De no haber sido por mi amigo Elías, tal vez se me hubiera escapado, ya que no había leído ninguna crítica previamente. 


Un profesor de secundaria decide pasar a dar clase en un colegio de primaria a un grupo de sexto grado. El alumnado tendrá que superar una prueba "de enlace" al final, para saber si pueden promocionar. El título del filme viene asociado al método que emplea el docente, Sergio, (Eugenio Derbez), para intentar atrapar la atención de su alumnado a fuerza de despertar su curiosidad, hacer que la enseñanza que quiere transmitir sea un acontecimiento vivo. Su procedencia social, así como la situación del centro, no son las más idóneas para  lograrlo. A todo ello se une un ambiente de corrupción política, pobreza y violencia asociada al tráfico de drogas. La pasión del maestro, así los llaman todavía allá, con esa hermosa palabra, va logrando que la muchachada se interese en responder preguntas que tienen que ver con su realidad. Considerará un fracaso personal que sus pupilos queden al lado del camino, que no puedan desarrollar su potencialidad. Tiene un aliado en el director de la escuela, Chucho (Daniel Haddad), quien le da "la chance", que dirían por allí, de aplicar sus novedosas propuestas, que se alejan de lo rutinario y repetitivo; qué gusto escuchar la maravillosa variante mexicana de nuestra lengua común. Su implicación le lleva a interesarse personalmente por el material humano que tiene a su cargo, y ellos se dan cuenta y acaban respondiendo. No todos lo hacen de la misma manera, claro. Y su batalla está llena de creatividad, de insistencia, de cercanía, de sentido del humor, de las palabras más importantes que puede decir un maestro: "no sé". Está convencido que se aprende de los errores. 

Como nos sucedía a quienes enseñábamos en el Colegio Rural de Tudela, Sergio está convencido de que la escuela puede cambiar la vida, puede hacer progresar al abrir ventanas de posibilidad. De eso tuvimos múltiples ejemplos en nuestra actividad docente, que no se limitaba a los contenidos, sino a la educación en un internado y al conocimiento del medio del que provenían. Como en la cinta, hay siempre claroscuros y no siempre se logra que todos avancen de la misma manera. El director no plantea una realidad dulcificada, sino llena de aristas. El intentar perder el menor número de sus niños es su mayor logro.  Como me sucede a mí todavía hoy, 50 años después, me produce enorme satisfacción seguir en contacto con muchos de ellos y saber que, como dice la cartilla de notas, "progresan adecuadamente".


Probablemente la peli no me hubiera emocionado tanto de no haber sido por la interpretación de Derbez. Su actuación es de una fuerza arrolladora, que logra transmitir credibilidad a su personaje y a sus actuaciones. Haddad, arranca en un segundo plano y va cobrando fuerza conforme avanza la trama. Ambos se confiesan que están en esa profesión, hoy tan difícil de llevar, gracias a la figura de un maestro y de una maestra, que les hicieron creer que valía la pena dedicarse con entrega a algo más que hacer entrar en el engranaje social a su alumnado.  Los críos están todos en su puesto, expresivos, con ojos de curiosidad y sorpresa ante el loco de su maestro. Creo que la peli daría para un buen fórum en cualquier aula donde se proyectara. Pienso que vale la pena no perdérsela. Seguirá la semana que viene. Ahí lo dejo.

José Manuel Mora.




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