This is Us, temporadas restantes.

We're family!

Como si estuviéramos en tiempos de pandemia. Ha sido empezar a ver la segunda temporada de la serie, y no poder parar hasta su final. Todo el mundo la vio en su momento. Nosotros, no. Y conforme avanzaban las cinco temporadas restantes de 18 capítulos cada una, hasta un total de 106 episodios, colgados ahora en Amazon Prime Video, éramos conscientes del síndrome de carencia que íbamos a experimentar tras su cese definitivo. Hemos acabado sintiéndonos, de alguna manera, miembros de la familia Pearson. Explicaré por qué.


Dan Fogelman (el de Crazy, Stupid Love, que yo no vi) y sus guionistas, ¡qué grandes escritores todos ellos!, ha sido capaz de contar una historia que se mueve en el presente con frecuentes saltos atrás que lo explican, y avanzadillas de lo que sucederá en el futuro. Lo ha hecho con tanta soltura que dudo mucho que ninguno de los espectadores que se han adentrado en ella se haya perdido en ningún momento. La simultaneidad de situaciones en planos temporales distintos ayuda a ir entendiendo mejor a los personajes y sus reacciones. También en la presentación progresiva de los mismos han acertado los guionistas. Ninguno de ellos es unidimensional (Randall, Sterling K. Brown; Kate, Chrissy Metz; Kevin, Justin Hartley), sino que muestran sus debilidades y sus fortalezas según lo requiere el momento. Y así, se enamoran, se divorcian, tienen hijos, abortan, adoptan, se pelean entre ellos al surgir intereses contrapuestos, aunque en el fondo todos saben, según lo repiten con insistencia, "son una familia", y eso hará que sepan responder con lo mejor de sí mismos al final. El amor y el perdón son componentes esenciales de ella, tras anteponer siempre los intereses personales a los de las parejas. Son incontables las veces que se dicen unos a otros I love so much, o bien I'm very sorry, lo que muestra la complejidad de los vínculos humanos. La serie no se ha rodado en sentido cronológico, pero sí ha dejado que la realidad se trasmita a la pantalla. Ver a los personajes cubiertos por mascarillas, asegurando constantemente que se ha hecho la PCR o que están vacunados, nos retrotrae a tiempos muy oscuros, todavía cercanos. O también los traumas que las guerras de Vietnam o de Irak han dejado en muchos de ellos.


Algunos pueden acusarla de lacrimógena en exceso, o de que el canto a la familia sea excesivo, a pesar de lo problemático, pero el humor de los diálogos muchas veces lo hacen a uno estallar en carcajadas. Da igual que sean los chistes malos de Randall, a los que sus hijas están acostumbradas, como la inteligente ironía de Beth (Susan Kelechi Watson), rápida en los dardos y en las complicidades. Los Big Tree se conocen muy bien desde pequeños y siempre procuran estar ahí en las peores situaciones, como tras el funeral de la madre, en el momento del duelo. No destripo nada. Se sabe desde la temporada anteúltima. El mensaje de Rebecca (Mandy Moore), la mejor madre de la historia a sus tres hijos, es conmovedor y a la vez pretende impulsarlos hacia delante, aunque ella ya no esté. Aunque la caracterización de los treintañeros es muy creíble, se empequeñece ante la de esa madre hippy, luego ama de casa, viuda y por último enferma terminal. 


El creador ha querido ser coherente con su cosmovisión y por ello deja un final abierto a un futuro de crecimiento, y a la continuación de la estirpe. Los personajes han sido fieles al argumento del ginecólogo que los trajo al mundo: "Hay que tomar el limón más amargo que la vida pueda ofrecernos y convertirlo en algo parecido a la limonada”. Nosotros, como espectadores, hemos empatizado con ellos y nos hemos sentido retratados en numerosas ocasiones. La mezcla entre melodrama y comedia, perfectamente equilibrada, nos ha sabido a gloria. Quedamos ahora algo huérfanos. Gracias, Ricky de nuevo por tu recomendación.


José Manuel Mora.

 

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