Parejas
Una ráfaga lectora fue suficiente para que me pudiera la curiosidad. Saber que se trataba de una comedia de ocho episodios de tan sólo media hora cada uno, hizo el resto. De las que se pueden ver completas en un finde. Las cuatro estaciones es una creación plural, Tina Fey, Lang Fisher y Tracey Wigfield son sus responsables, además de contar entre ellos con la misma Fey como guionista y en uno de los papeles protagonistas. Al parecer se trata de un remake de 1981 que no vi, con Alan Alda de por medio, que aquí compone un papel episódico. Ahora está colgada completa en Netflix. El título aboca a la pieza de Vivaldi, naturalmente, tanto en los créditos iniciales, como en la ambientación inicial de los episodios.
Las tres parejas tienen por costumbre pasar un fin de semana juntos, coincidiendo con cada una de las estaciones del año, con la intención de mantener viva la relación de amistad. Pero ni los amigos ni las parejas son ya lo que fueron en otro tiempo. Da la impresión de que nada permanece y que todo puede irse al garete en cualquier momento. Nick (Steve Carell) y Anne (Kerri Kenney-Silver) componen un matrimonio que cumple sus bodas de plata, pero que ha perdido la chispa; se pasan la noche controlando pantallas distintas. Si a ello se le une la crisis de los cincuenta que vive él, con la sensación de necesitar coger el último tren, Genny (Erika Henninseng), de la edad de su hija, se agrava la situación. Kate (Tina Fey) y Jack (Will Forte) forman una pareja que parece creer en el esfuerzo y la voluntad para conseguir que todo se mantenga en su sitio, aunque sea necesario ir a terapia para controlar los estallidos de la relación. La tercera está integrada por dos varones, Danny (Colman Domingo, quien también se ha puesto tras la cámara en uno de los episodios), un afroamericano con problemas cardiovasculares en la cincuentena, y Claude (Marco Calvani), un italiano integrado, pero hipersensible y preocupadísimo por la salud de su marido. Estos son los mimbre con los que Fey teje esos encuentros , llenos de buenos momentos, pero también de crisis imposibles de evitar, lo que da al conjunto un tono agridulce, aunque con golpes humorísticos muy bien traídos, llenos de mordacidad, y con instantes de sincera emoción. El montaje paralelo posibilita el contraste entre lo que sucede en las diferentes habitaciones: silencios imposibles, reproches, viejas infidelidades, ataques de histeria...
¿Es posible mantener la amistad cuando una de las parejas se rompe? ¿Hay que tomar partido por una u otro? ¿Se pueden seguir compartiendo vacaciones? El elenco me era completamente desconocido. Creo que todos están muy bien en sus distintos papeles, aunque si tuviera que elegir a uno solo, me quedaría con Colman Domingo, que compone un personaje que ejerce de mediador, capaz de gozar de cada momento y de pelearse con su marido, al que ama de verdad.
En resumidas cuentas, serie para gente que ha pasado el meridiano. Los más jóvenes tal vez vean toda esa problemática con el mismo gesto de asombro de los amigos de Genny cuando vienen a visitarla y que no entienden qué hace una chavala joven con esa panda de vejestorios. Si vale como pista, de la última temporada de The White Lotus no quise escribir reseña. Me pareció que estiraban demasiado el chicle. Aquí creo que todo está en su punto justo. Da la impresión de que podría haber una segunda temporada.
José Manuel Mora.
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