Un "like" de Bob Trevino, de Tracie Laymon

 Todos estamos un poco rotos

Hacía tiempo que no iba al cine. He entrado en una de las salas de los multicines con intención de ver una peli francesa y he rectificado al tener un pálpito. La que he acabado viendo tiene un título harto curioso por infrecuente: Un "like" de Bob Trevino dirigida por Tracie Laymon, quien también ha escrito el guión. Me entero luego de que está basada en una experiencia personal de la directora, a quien por supuesto no había oído nombrar.  

Una muchacha con sobrepeso (ese eufemismo que se usa ahora para evitar decir de alguien que es "gordo"), Lily (Berbie Ferreira), con una economía frágil (cuida de una chica en silla de ruedas), una madre desaparecida en el mundo de la droga, y un padre que sólo piensa en él y en cómo volver a tener pareja, desentendiéndose de ella de forma cruel y culpándola de su desastre vital; resulta definitorio el primer encuentro de ambos. Sumida en la desesperación, acaba entrando en el "feisbu" para entretenerse. Teclea el nombre de su padre y aparece un cincuentón (Johm Leguizamos) que le da un like a su pregunta: "¿Somos familia?". El intercambio de mensajes les llevará a una incipiente amistad. También él anda destrozado tras la pérdida de su bebé. Se dedica a trabajar para alguien que no cuida del negocio. Su mujer se embebe en la realización de álbumes que recogen recuerdos de su niño. Y esas dos soledades, la de la joven y la del otoñal acaba encontrándose "en las redes", que decimos los modernos. De ese encuentro acabará surgiendo una amistad profunda, incluso una relación casi paternofilial. 

Estoy seguro de que a muchos espectadores podrá parecerles "blandita", "buenista", pero con tanto horror a nuestro alrededor (no puedo dejar de pensar en Gaza), la peli supone una bocanada de "buenrollismo" del bueno. Hay entre ellos escucha activa, solidaridad, ayuda mutua, compañía, esas antiguallas... Los caracteres de ambos están muy bien dibujados y esa es la razón de que todo el filme resulte tan creíble. Incluida una sesión de terapia que resulta altamente "rompedora" por medio de un bate de baseball. Divertidísima. Es cierto que esos personajes tan matizados, tan llenos de aristas, contrasta con la figura del padre biológico, un gilipollas integral. No hay ternurismo ni melodrama barato, porque la directora es capaz de mantener el tono de comedia amarga que hace sonreír casi sin querer. Cualquiera podría reconocerse en la frase con la que titulo la entrada y que dice Bob en un momento determinado: "completamente rotos, en proceso continuo de querer arreglarnos, pero sin saber por dónde empezar". 


Mención aparte merece la química que se ha dado entre la pareja actoral. Ferreira, neoyorkina, aunque de ascendencia brasileña, parece que se hizo famosa en la serie Euphoria, que no vi. Además de actuar lo petó como modelo, reivindicativa de las tallas grandes. Aunque su vestuario es acorde con su situación económica,  ella no duda en ponerse lo que corresponde en cada ocasión, aunque no la favorezca. Sabe que con los primeros planos que la directora le toma, va a arrasar. Es capaz de llorar a moco tendido frente a la cámara, o estallar en un ataque de cólera o en una risa enloquecida. Siempre está creíble. 


A Leguizamo no lo vi en Super Mario Bros, aunque sí era un nombre que me sonaba, tal vez de su actuación en Moulin Rouge como Toulouse-Lautrec. Es posible que su activismo político luchando por el voto latino como colombiano de origen que es y su defensa de los derechos de la comunidad LGTB lo hayan llevado a implicarse a fondo en este papel en el que la "diferencia" de la protagonista es posible que lo haga empatizar con ella. El actor mantiene una actitud de escucha, de bonhomía,  que se trasluce en su mirada, de una naturalidad apabullante. En otras ocasiones, cuando publico estas líneas, la peli ya ha desaparecido de la cartelera sin embargo, en esta ocasión, se mantiene toda la semana que viene. Aunque suene a ñoño, es de las que ayudan a vivir. 

José Manuel Mora. 



Comentarios