Reunión, de W. Mager y L. Snellin

Sordomudez

Tras tanto viaje y tanta fiesta navideña, hacía tiempo que no incluía una nueva reseña sobre una serie televisiva. Bien es cierto que no sé si al resto de mortales le sucede, pero nosotros estamos teniendo dificultades para seleccionar entre la abundante y variada oferta, historias que nos atrapen. También es verdad que muchas veces el sueño me vence en medio de un visionado. Sin embargo, esta de ahora, producción de la BBC, ha conseguido tenerme pendiente de lo que sucedía en pantalla. Reunion (sin tilde, al ser el título original inglés), de apenas cinco capítulos, está colgada en Filmin. Y casi se puede ver de un tirón. 


Mager,  su creador, director y guionista, nació sordo y sólo aprendió el lenguaje de signos a los 20 años. Tal vez eso explique que su proyecto estuviera concebido como "bilingüe", dado que los protagonistas hablan y signan. De ahí también la elección como personaje principal de Brennan (Mettew Gurney, actor que padece también sordera), que tiene el mismo problema, con el agravante de que eso le impidió aprender a leer y a escribir, aunque sí que sabe signar. Con esa discapacidad lo encontramos en la cárcel, donde cumple condena por haber matado a un compañero de escuela y de vida. Nunca ha querido explicar por qué lo hizo, ni a la viuda, ni a su propia hija. Vive pues encerrado en un mundo de silencio, no sólo físico, sino de conciencia, que se agrava por el rechazo de su antigua comunidad sorda. Tampoco los espectadores sabemos más que lo que se nos va mostrando. Y esa información está tan bien graduada, con pequeños flashback que van ampliándola, que es uno de los atractivos de la serie. Como ya me sucedió con Sorda, me he sentido atraído por la rabia del personaje y su dificultad de comunicación. Sin embargo, conforme avanza el metraje uno se va dando cuenta de que la problemática es más profunda. 


A la vez que un deseo de venganza inexpresado pero que se va explicitando, su otro gran móvil vital es recuperar a su hija Carly (Lara Peake, joven actriz que aprendió el lenguaje de signos para el proyecto), oyente de padres sordos pero que sabe signar, a quien abandonó al entrar en la cárcel y a quien trata por todos los medios de reconquistar. Ambos propósitos no parecen ser compatibles. Estamos lejos de una trama cuyo centro sea la sordera. Vamos viendo que es más una historia de culpa y de intento de redención. Y los signos potencian la fuerza visual del rodaje, desarrollado en Sheffield. Snellin, el codirector, tuvo también que aprender a signar y decidió que en la serie hubiera momentos de silencio, con subtítulos de lo signado o bien la duplicidad de los signos con intentos de verbalizar a la vez. 


La actuación, tanto de los oyentes, como de los sordos, es de un fuerza y una intensidad poco frecuentes. Las emociones se han de expresar con la gestualidad, que no se exagera, sino que es muy contenida y que está filmada de modo que el espectador vea a la vez la reacción de quien recibe la comunicación gestual. Brennan es capaz de mostrarse duro y a la vez profundamente vulnerable. Y Peake va evolucionando desde el rechazo dolido por el abandono, hasta un intento de entender al padre y así poder aceptar sus caricias y su protección. La verdad de su actuación ha hecho que la serie sea aceptada por la comunidad y que se vea que estas personas pueden actuar en papeles que no son sólo de "sordos". Considero que es muy recomendables.

José Manuel Mora.





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