The Deuce, segunda temporada, de D. Simon y G. Pelecanos

 "Segundas partes..."

No siempre se cumple el viejo refrán, "nunca segundas partes fueron buenas". Eso sucedió con la de El Quijote, sin ir más lejos, que mejoró y completó redondeándola la primera. Algo así sucede aquí con la continuación en nueve capítulos de la serie The Deuce, llevada adelante por los mismos creadores que la primera, David Simon (gionista de The Wire http://mbadalicante.blogspot.com/2017/04/the-wire-de-david-simon.html) y George Pelecanos, su colaborador habitual. Hay continuidad, pero también innovación, ya sugerida al final de la anterior. Han pasado cuatro años, estamos en 1979, y algunas cosas han cambiado en las calles del Deuce, esa zona céntrica de Manhattan, donde se ubican muchos teatros y entonces lugar de merodeo de prostitutas, chulos, lugares de alterne y territorio controlado por las mafias, además de zona de creciente expansión inmobiliaria.


Algunos perasonajes continúan su andadura, dada la poca posibilidad de salir del círculo vicioso (con el doble sentido pertinente) en el que viven. Otros amplían el negocio de bares, los Martino (James Franco en su doble papel siempre creíble) y cabinas de sexo con minutaje. Y el que más me interesa es el de Eileen (perfecta Maggie Gyllenhaal), ahora llamada Candy, empeñada en seguir siendo la dueña de su destino. Gracias a su intuición decide incorporar a una guionista que la ayude a transformar el clásico Caperucita roja, en una peli porno con aire de nouvelle vague.


La evolución de su trabajo y de su cada vez mayor autonomía resulta enteramente creíble. Los aires de un feminismo incipiente soplan en la Gran Manzana. Tendrá que pelear contra los estereotipos que pretenden excluirla, mujer como es, de la industria fílmica, o incluso ningunearla cuando decide promocionar la peli y es puesta en ridículo por el entrevistador televisivo. Se verá además que no es fácil compaginar su trabajo con su vida familiar y un hijo adolescente.



También una antigua chica de la calle, convertida en activista, habrá de batallar por llevar la salud sexual a las calles del midtown. Hay incluso alguna puerta abierta a la esperanza a través de los estudios y el trabajo reglado. No todo termina bien, naturalmente, puesto que los que controlaban los diferentes negocios no permiten que alguien quiera salirse del guión. Curioso el policía casado, que frecuenta saunas masculinas, y que cuando un ligue momentáneo le señala que es homosexual, él responde, "soy marido y padre y además soy sexual" (la cursiva es mía). Corren nuevos tiempos y el sida todavía no sobrevolaba la ciudad con su negra sombra que cortaría de raíz la libertad que se vivía desde lo de Stonewall

 



 





















La bellísima Margarita Levieva propone un papel de universitaria metida tras una barra y más inteligente que su patrón, quien la admira por ello.  Gbenga Akinnagbe a quien no recordaba haber visto en The Wire, es para mí el otro gran descubrimiento de esta temporada, el chulo que se da cuenta de que puede ser actor y que proporciona alguno de los momentos más descacharrantes. La trama de la policía corrupta se mantiene, como no puede ser de otro modo. Son múltiples las líneas argumentales, como se puede intuir por lo que voy comentando. Y seguro que me dejo personajes e historias sin señalar por no extenderme demasiado.



No voy a repetir que todo está producido a lo grande: banda sonora de la época, créditos ad hoc, ambientación de exteriores e interiores y todo lo que tiene que ver con vestuario y localizaciones.  A quienes ya vieron la primera temporada les puedo asegurar que no se sentirán defraudados. Y a quienes no conocen la serie, sugiero que vean las dos temporadas. Parece además que, tal y como se cierra. No habrá continuación.

José Manuel Mora. 

 

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