Gentleman Jack, de Sally Wainwright

 Un auténtico gentleman.

La referencia al origen "literario" del material del que parte la preparación de la serie que voy a comentar fue el acicate para lanzarme al visionado de la misma. He de confesar que la producción británica de la BBCOne me provoca también buenas vibraciones de ordinario. La ambientación, la música de aire escocés de los créditos, de ritmo trepidante, la interpretación del primer capítulo, hicieron el resto, y me lancé a ver los ocho episodios  de casi una hora cada uno, de los que consta la serie Gentleman Jack (mote con el que conocen en el pueblo a la protagonista por sus modales y andares tan poco femeninos), creación de una tal Sally Wainwright que ejerce de guionista. Quienes dirigen también son mujeres: Sarah Harding y Jennifer Perrott. El que se haya estrenado en abril en la plataforma HBO hace que no quede demasiado anticuada para los que atienden este tipo de productos.



Y la Wiki es lo que tiene: me recuerda que el nombre de la creadora de la serie, que no me sonaba de nada, había firmado ya otra, de la que disfruté muchísimo hace tres años.  (https://mbadalicante.blogspot.com/2016/04/happy-valley-de-sally-wainwright.html). La autora vuelve a situar la acción en Halifax, su Yokshire nata,l y se centra de nuevo en un personaje femenino de enorme fuerza. El guión perfectamente construido, se inspira en los diarios redactados, y reconocidos por Naciones Unidas como auténticos, por Anne Lister, la protagonista, que contienen más de cuatro millones de palabras codificadas para impedir su lectura, ya que en ellos cuenta sus relaciones lésbicas, algo que a principios  del s. XIX (1832) suponía una gravísima transgresión. Si ya la sodomía estaba altamente penalizada por salirse de la norma heteropatriarcal (que se lo pregunten sesenta años después a O. Wilde, quien se pudría en la cárcel por su relación homoerótica, "grave indecencia" según los jueces, con sir A. Douglas), qué decir de lo que supondría para aquella sociedad una relación entre mujeres, quienes servían para procrear y criar, pero no eran seres sexuados en el sentido de sujetos de pasiones y genitalidad propia y placentera, salvo las de vida disipada. A ello se añade que Anne vestía como un varón y sus aires eran muy poco femeninos, y no se le conocían relaciones masculinas. 


Para completar el cuadro, ejerce de administradora de la finca de su padre, Shibden Hall, lleva las cuentas y cobra y paga las facturas y los impuestos y lo hace en el bar del pueblo ante los varones allí reunidos; decide abrir una mina de carbón en terrenos de su propiedad para desenmascarar a dos hermanos de la buena sociedad que le están robando el mineral que a ella pertenece. La manera en que trata a sus trabajadores, como buena terrateniente, es muchas veces violenta, tal vez para que no le tomen el pelo por ser mujer. Ha aprendido a no prestar atención a los comentarios despectivos que se hacen sobre su persona, auque no por ello dejan de dolerle. Tiene la cabeza muy bien amueblada, lo que le ha permitido estudiar privadamente y es rápida tomando decisiones, aunque no siempre con acierto. Es además una gran viajera por el continente. Vive en un enorme y destartalado caserón, con su anciana tía a la que adora porque la acepta como es, con su padre y con la pacata de su hermana, sujeta a las convenciones sociales por entero.



Ella acaba de romper con la que era su gran amor, porque su amiga ha decidido casarse con un varón para poder ser aceptada en sociedad. Ello la tiene destrozada anímicamente. Y entonces aparece Miss Ann Walker, acaudalada y solitaria hacendada, que vive no lejos de Shibden Hall y que posee unos nervios demasiado frágiles, lejos de la fortaleza de Anne, razón por la cual su familia la tiene entre algodones y cuando se vea atendida y cortejada por Anne no podrá hacer otra cosa que enamorarse, aunque no sepa bien lo que hace y no pueda poner nombre a su sentimiento, cosa que Anne es capaz de hacer con soltura.  Lo que se incia por parte de la desenvuelta y experimentada Anne como una forma de conseguir acceder a la fortuna de su vecina, acaba conviertiéndose en una enternecedora historia de amor, como las que acostumbramos a ver en las pelis jolivudienses heteronormativas con el habitual happy end. Es cierto que aquí han de vivirla de puertas para adentro para evitar rumores, que aún así se acaban produciendo y que la inexperta deberá luchar con todas las dudas que le surgen y que a veces logran enfermarla, dudas provocadas por un trauma que no revelaré. Ese contraste de caracteres entre las dos mujeres potencia a ambas y lo hace todo más dramático y creíble, más emocionante también cuando se logre expresar el amor.


La ambientación de época, que tan bien saben cuidar los británicos a la hora de producir sus historias, hace que uno se meta de cabeza en la vida de esta mujer tan particular, adelantada a su época, pero no desde un feminismo avant la lettre, sino deseosa de ser reconocida por sus méritos y su capacidad para ganar dinero y que encierra en el fondo de su corazón el deseo de formar una familia y hacerlo sin la contribución de un varón. Suranne Jones es quien encarna a la volcánica, decidida, independiente y sensible Lister, y lo hace con una autenticidad tanto externa, (indumentaria, peinado, gestos, sombrero de copa y ese reloj que parece acelerarla en todas su actuaciones), como íntima, en las maravillosas escenas de amor y pasión vividas con  Miss Walker, interpretada por  Sophie Rundle, sensible, atormentada, falta de autoestima, ingenua y a la vez capaz de pelear por lo que quiere, una vez lo tiene claro. El elenco se completa con la para mí impagable Gemma Jones (Sense and Sensibility), la tía que apoya las decisiones afectivas de la sobrina y que lo único que desea es verla feliz; para ella es suficiente que le lean las cartas que aquella envía en sus viajes perfectamente ambientados en carruajes y dificultades. También Timothy West, en el papel de padre que parece chochear está absolutamente creíble. El desenlace, que no completa los diarios de Lister, se nos hace aceptable incluso con la ironía que se despliega en el último plano al mostrar una relación de complicidad bienhumorada que también se da en las parejas heterosexuales cuando son inteligentes. Una buena inmersión en los principios de la industrialización británica, en las condiciones laborales de los campesinos arrendatarios de tierras,  y sobre todo una hermosa historia de amor.

José Manuel Mora.

 https://youtu.be/ysOw7kcLLgE
 P.S. No sé por qué ya no puedo copiar los tráileres aquí para que se pueda acceder a ellos desde mi página; si alguien está interesado deberá ir a YouTube con este enlace.

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