Yesterday, de Danny Boyle

 Evocación distópica.

La mitología de la primera juventud sigue teniendo capacidad de arrastre. Por eso, cuando vi el título de la peli y leí la sinopsis, sabía que no podría dejarla pasar. El título, Yesterday, es el de una de las más bellas canciones del dúo de compositores formado por Lennon y McCartney, integrantes de los Beatles, y a la vez ese "ayer" que evoca es el de entonces y el de ahora mismo. Su director, Danny Boyle, otro de Mánchester, nació en 1956 y parece que le va llegando el momento de hacerse mayor. En el 1996 todavía iba de enfant terrible con un título que sorprendió y escandalizó casi a partes iguales: Trainspotting. Como el mundo de la droga me es absolutamente ajeno, aquella peli no sólo no me atrapó, sino que me resultó casi desagradable. Slumdog Millionaire, en 2008, a pesar de su Oscar, me pareció resultona y de óptica algo entre colonial y turística, aunque disfruté muchísimo con el baile final en la estación. Steve Jobs, en 2015,  sí que me pareció un acercamiento interesante  a la figura del mangante, perdón, del magnate quise decir, de la informática. (https://mbadalicante.blogspot.com/2016/01/steve-jobs-de-danny-boyle.html). No creo haber sido el único que se ha visto atrapado por la añoranza musical del título. El cine estaba extrañamente lleno en un martes y había bastante gente joven de mi edad.



No sé si la filmación se debe al triunfo obtenido por los antecedentes exitosos de Queen y E. John, pero sobre un guión de Richard Curtis (Historia: Jack Barth) que ya demostró buen pulso para la comedia en Cuatro bodas y un funeral y en Nothing Hill, o Love Actually, la cinta arranca de una premisa hipotética aparentemente imposible. Simultáneamente al accidente sufrido por un cantante poco afortunado en su bicicleta, se produce un apagón mundial que dura unos segundos, pero que bastan para que una serie de búsquedas en Sangoogle cosechen fracasos rotundos: "Coke", "Harry Potter", y por supuesto "The Beatles". La pantalla sólo proporciona un escarabajo como referencia. Cauando el muchacho se recupera, se da cuenta de que nadie sabe quiénes fueron los cuatro de Liverpool y se apropia de sus canciones, lo que lo lanza inmediatamente a la fama. Con un arranque brillante, la película bascula entre el progresivo éxito alcanzado gracias a la música de "los escarabajos" y una historia de amor aprentemente irresoluble con quien además de amiga (Lily James, a quien vi en The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society y que aquí me parece encantadora), ha ejercido de representante musical en loa años más duros. En medio, la seridumbre de la fama, cómo se pasa de telonero de Ed Sheeran, que se interpreta a sí mismo y con quien llega a competir por ver quien compone la mejor canción en diez minutos, a encabezar una gira; las manipulaciones de la que ejerce de mánager, además de son of a bitch, Kate McKinnon en su alucinante cas en Malibú, y el personaje impagable del colgado amigo del protagonista...


Uno de los aciertos de Boyle es la decisión de versionar sabiamente las canciones que todos conocemos y que son interpretadas con bastante dignidad por Himesh Patel, a quien no creo haber visto antes y que ejerce de antiestrella al uso por su poco glamur y su descuido físico, creíble tanto en los momentos dramáticos como en los humorísticos, muy british, que me han hecho soltar la carcajada en varias ocasiones. Y algunas sorpresas en el guión que me han resultado enternecedoras y que no reveñaré. Seguramente me estoy haciendo mayor y la nostalgia hace lo suyo. Y no sólo a mí; mucha gente se ha quedado atornillada a la butaca durante los créditos finales para escuchar la última canción. La dirección es brillante tanto por el ritmo que imprime a las escenas, como por el uso de efectos visuales atractivos y una fotografía cuidada que le dan enorme espectacularidad.


Las críticas que he ojeado no son demasiado favorables, pero no sé por qué al cine hay que ir siempre a sufrir y no se puede aceptar una comedia romántica en la que el cinismo está ausente y en la que el final se antoja predecible. Parece concluir la cinta que sin la música de los Beatles el mundo hubiera sido más triste. No sabemos si hubieran sido capaces de adaptarse a un entorno, el de la música, que ha cambiado tanto desde entonces, en estilo y en formatos y formas de consumirla. Lo que quiero dejar claro es que yo he disfrutado a modo con la historia de amor y con la música y con unos diálogos muchas veces chispeantes. Cada uno verá con qué se queda.

José Manuel Mora.




https://youtu.be/FL2rgrKNhq0



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