Klaus, de Sergio Pablos


 Papá "Noé" y sus orígenes.

De repente escucho con atención que la peli de animación española que puede llevarse esta noche el Oscar en esa categoría, la tenemos en la plataforma Netflix, a la que estamos abonados. Y, antes de que se conozcan los galardones, llega con el Bafta a cuestas, decido verla aunque, teniendo un puntazo grinch como el que tengo, lo hago con cierta reticencia. Sergio Pablos es su guionista y director. Creo que Hotel transilvania fue la última de dibus que he visto, y me senté ante ésta sin coartada alguna. Las imágnes que había visto promocionándola me la habían hecho atractiva. Sin embargo, al día siguiente de empezar estas líneas me entero de que se ha quedado sin la distición "jolivudense".


Pablos (Madrid, 1970) confesaba que los años pasados en la factoría Disney le habían enseñado mucho. Tiene una larga trayectoria como diseñador de personajes y como escritor de guiones a sus espaldas, aunque no haya visto lo que cita la wiki. Es cierto que los títulos sí me suenan: Mi villano favorito (2010) que escribió él , o Río (2011), que creo sí que vi, aunque no la comentara. Y los Minions son popularísimos. Ahora tiene su propio estudio en Madrid. Así pues me apretecía ver qué había urdido el escritor sobre los orígenes del famoso "Santa" (Claus) estadounidense, "Papá Noel" para los franceses y ahora también para nosotros y "San Nicolás" para los países del norte de Europa, pues es en tierras polares donde se desarrolla la historia. Y lo que hace el madrileño es construir su propia mitología sobre los elementos que componen la consabida figura: renos, trineo, ropa popular finlandesa... y los consabidos regalos, claro. El creador ha decidido elaborarlo a mano escena por escena, con algunos efectos especiales, pero al modo antiguo en 2D.


El arranque del argumento, con el hijo de papá despreocupado y con poco seso ya es hilarante. Me molestaba un poco el acento  de niño pijo madrileño con el que lo han caracterizado en el doblaje. En inglés era mucho más auténtico. Castigado a las zonas polares, donde deberá aprender el oficio de cartero, emprende un viaje físico y de maduración personal hasta que se encuentra en un pueblo en el que los enfrentamientos entre los vecinos gozan de una larga tradición. Hay un viejo leñador (cuya voz presta Luis Tosar), que vive aislado de todos y que felizmente no va vestido de hombre anuncio de goga-gola, como los que tocan la campana en las calles de Manhattan. Posee una enorme colección de juguetes que fue construyendo pensando en los hijos que nunca tuvo. La viudez se verá mitigada con la presencia del joven cartero llamado Jesper (voz de Quim Gutiérrez). El muchacho contará con la ayuda de una desesperada maestra, tan desterrada como él (Belén Cuesta).


La tonalidad predominante es el blanco, matizado en grises bellísimos que conforman un paisaje invernal que acabará humanizándose. También los personajes están dibujados de un modo muy particular, con unas piernas delgadísimas y tremendos cabezones, pero que son enormemente expresivos en gestos y andares. Todos resultan fáciles de recordar porque tienen personalidades muy acusadas, y toda la cinta posee un ritmo endiablado (la escena de la pescadería, la de la persecución), y un humor descacharrante. Los toques de sentimientos vienen dados por una niña a la que no se le entiende nada, pero que habla con sus ojos. No creo que llegue a irritar a los grinches como el que esto escribe. antes bien la peli permite pasar un buen rato en cualquier época del año.

José Manuel Mora.



Comentarios