Nadar en la oscuridad, de Tomasz Jedrowski

Polonia, años 80

Normalmente, cuando viajo, procuro llevar algún libro relacionado con la tierra que voy a visitar. Como ya leí en su momento la Trilogía del Baztán, no encontré nada especial relativo a Navarra. Pero en la mesa de novedades de 80 Mundos hubo una cubierta que me llamó la atención, por la imagen y por el nombre de una editorial desconocida y peleona a juzgar por su lema: "Literatura contra el silencio". JEDROWSKI, TOMASZ. Nadar en la oscuridad. Madrid: Editorial Dos Bigotes, 2021, trad. Bruno Álvarez y José Monserrat Vicent, 238 págs. Así que me lo llevé, para los tiempos muertos. 



Del autor no conocía ni su nombre, aunque la procedencia se podía suponer por el apellido. Nacido en Alemania en 1985, de padres polacos, se graduó en leyes por Cambridge y París, ciudad en la que actualmente vive con "su mejor amigo y marido", a quien dedica ésta su primera novela. Y se nota que lo es, como comentaré a continuación. 


La historia de un amor imposible se ha contado muchas veces. Que sea la de dos muchachos, también. Que se desarrolle en la Breslavia (Wroclaw) de 1980, empieza a ponerla interesante,  dado que Polonia sigue siendo, aún hoy, un país eminentemente católico y con territorios poco gay friendly, por decirlo suavemente. Si a eso se le añade la época de los estertores del régimen de Gierek, tutelado por la URSS y en plena eclosión del Sindicato Solidarnosc, con toda la represión que conllevaba, aún puede aportar alguna novedad. 


El  narrador cuenta lo sucedido desde Nueva York, dirigiéndose a un "tú", del que iremos conociendo cosas. "No sé si quiero que leas esto, pero sé que necesito escribirlo" (pág. 13), lo que le da a todo un tono de necesaria confesión. Además él es un lector impenitente, "así es como vivía entonces [con 22 años], a través de los libros". Y hay uno en especial que consigue transformarlo y que lo pondrá en contacto con el compañero del que se enamorará: La habitación de Giovanni,  de James Baldwin.  Y no es sólo la represión policial, o el consenso social que se rompe. Es la imposibilidad de reconocerse como homosexual, de ser incapaz de expresarlo, de poder compartirlo. No en balde no tienen " ni un solo ejemplo de parejas felices formadas por chicos"(pág. 237). Hay más cosas que los separan: su distinta manera de situarse frente a la autoridad. Janusz es más adaptable a las circunstancias con tal de conseguir lo que quiere. Ludwik, más radical, no está dispuesto a transigir mientras pueda. Ambas actitudes opuestas, y una tal Hania, harán que el conflicto estalle. 
La manera de estar contada la historia es aceptable. Sin embargo, a nivel expresivo, las abundantes comparaciones y las descripciones me parecen trilladas. "Pienso en ti [...] con los ojos azules grisáceos del mismo color que el Báltico en invierno" (pág. 11). Incluso las metáforas son escasas: "Temes que tu mente se asfixie bajo una fortaleza impenetrable de nubes" (pág. 190). Con todo, el panorama de decadencia política y el conflicto íntimo del protagonista se habrían podido producir aquí en los años 70. Hoy me parece un poco desfasado, visto desde nuestra realidad. A algunos críticos anglosajones les ha parecido extraordinaria. Para gustos... 

José Manuel Mora. 







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