Nieva en Benidorm, de Isabel Coixet

 Ser visto por fin

El título es tan paradójico que, desde la primera vez que lo escuché, sentí curiosidad por ver qué se le había ocurrido a esta mujer, cuya filmografía he ido siguiendo desde hace tiempo:  Ayer no termina nunca (2013);  Aprendiendo a conducir (2014); Nadie quiere la noche (2015);  La librería (2017); o la miniserie divertidísima, Foodie Love  (2019), por citar sólo las aquí ya reseñadas. La que comento, Nieva en Benidorm, producida por los hermanos Almodóvar, es el último título de Isabel Coixet (Barcelona, 1960), posiblemente la más internacional de nuestras directoras, quien también ha escrito el guión y que en plena pandemia ha recibido el Premio Nacional de Cine. El cartel anunciador ya es bastante significativo. Su protagonista masculino ha sido otra de las razones que me han llevado al cine de nuevo, envuelto en mi tapabocas y con diez compañeros arriesgados de la primera sesión. Lo que no sabía era que lo iba a pasar francamente mal por culpa del doblaje. Luego hablaré de ello.


Un trabajador de banca metódico, aburrido, solitario y con sentido de lo que es correcto, es despedido de su puesto, al que parecía exclusivamente dedicado y decide poner rumbo a Benidorm, donde sabe que vive su hermano, al que hace muchos años que no ha visto y que, al parecer, se ha esfumado sin dejar rastro. Su historia pasada, su actitud vital, su conciencia de no ser nadie, de no ser visto, lo deja desubicado. ¿Qué hace un ser así en esa ciudad que surgió de la nada cuando yo era niño y que parece que se ha convertido en paraíso de la tercera edad? A pesar de estar tan cerca de casa, no he ido nunca a ver cómo se vive la noche y también el día. Ni los excesos de alcohol y desfase nocturnos, ni la supuesta placidez playera de las horas de luz me han atraído nunca. Así que mi mirada se parece a la del protagonista. Conforme se va confrontando con la ciudad y gracias a la ayuda de una amiga de su hermano, tan sola como él mismo, el personaje parece ir saliendo de su grisura y su mediocridad. Y es la mirada de la mujer la que lo va haciendo consciente de su lugar en el mundo. Cuando los demás nos "ven", empezamos a reconocernos en la alteridad ajena. 

 

Decía más arriba que el protagonista era una de las bazas pra ir a verla, Timothy Spall, un hombre que igual puede hacer de Turner, el pintor, o de Churchill, de tan camaleónico como es. Aquí está espléndido, de una humanidad conmovedora, frente a una, para mí desconocida, aunque la viera en Homeland Sarita Choudhury, quien le da la réplica con la justa calidez, a la par que el poder que despliega, y el misterio necesario para atraer al frío hombre de Manchester. Carmen Machi está como suele, aún haciendo de improbable policía, amante de S. Plath y de la poesía en general. No sé cómo se verá en el extranjero la ciudad que Coixet retrata. A mí me parece que está lejos de la postal turística con la que se la conoce; los edificios, la playa, la noche, la "muralla roja" de R. Bofill, para tanta gente desconocida, crean el ambiente de extrañamiento necesario para los personajes y su improbable amor.  También ayudan el Yes, Sir, E se domani  o la habanera que cantan los jubilados. El ritmo pausado de la narración se ajusta muy bien a ese "no pasar nada", donde todo cabe. La banda sonora de Alfonso de Vilallonga me parece de lo más inspirada y ajustadísima para crear el ambiente preciso sin subrayados.


 

Que la gente joven de mi edad se dé una nueva oportunidad me parece por parte de la directora una apuesta por la defensa de que las posibilidades están abiertas mientras estamos vivos. Señalaba al principio el problema del doblaje de una peli rodada en inglés: el protagonista titubeando constantemente en español, cuando habla en su idioma sin mayor problema y el tartamudeo se produce al intentar hacerlo en un idioma que desconoce, así como el leerle los labios a la Machi en inglés mientras la escucho doblada por ella misma en es añol, han logrado ponerme nervioso. Habrá que verla en V.O.S si es posible. Por eso dejo el trailer en inglés.

José Manuel Mora. 



 

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